23 de marzo de 2015

Delante la vida y la muerte 19.02.15

Lectura del libro del Deuteronomio (30,15-20): Moisés habló al pueblo, diciendo: «Mira: hoy te pongo delante la vida y el bien, la muerte y el mal. Si obedeces los mandatos del Señor, tu Dios, que yo te promulgo hoy, amando al Señor, tu Dios, siguiendo sus caminos, guardando sus preceptos, mandatos y decretos, vivirás y crecerás; el Señor, tu Dios, te bendecirá en la tierra donde vas a entrar para conquistarla. Pero, si tu corazón se aparta y no obedeces, si te dejas arrastrar y te prosternas dando culto a dioses extranjeros, yo te anuncio hoy que morirás sin remedio, que, después de pasar el Jordán y de entrar en la tierra para tomarla en posesión, no vivirás muchos años en ella. Hoy cito como testigos contra vosotros al cielo y a la tierra; te pongo delante vida y muerte, bendición y maldición. Elige la vida, y vivirás tú y tu descendencia, amando al Señor, tu Dios, escuchando su voz, pegándote a él, pues él es tu vida y tus muchos años en la tierra que había prometido dar a tus padres Abrahán, Isaac y Jacob.» Lucas 9, 24-25: «El que quiera seguirme, que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz cada día y se venga conmigo. Pues el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la salvará. ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero si se pierde o se perjudica a sí mismo?» Reflexión: Hoy las lecturas que se nos presentan, nos traen un mensaje directo y bien claro, ante nosotros siempre en el mundo actual están presente el bien y el mal, la vida y la muerte, tal como lo indica el texto del Deuteronomio, Dios está consciente de que nos enfrentamos a ese desafío donde nuestra elección juega un papel muy importante, la opción por el bien y la vida tiene su recompensa, si obedeces, vivirás y crecerás, serás bendito, ¿Quién no ha de querer todo esto para sí?, solo una cosa se nos pide y es que en nuestra elección guardemos los mandamientos, estos se resumen en solo dos: “Amar a Dios sobre todas las cosas y amar al prójimo como a uno mismo”. En este tiempo de Cuaresma donde iniciamos el camino hacia la Semana Santa, es conveniente evaluar nuestra vida en el amor, sí, en el amor que tenemos a Dios y el que nos tenemos a nosotros mismos, porque si no nos amamos primeramente a nosotros difícilmente podamos amar a otros. Si el tiempo de Cuaresma es tiempo de reconciliación ¿Por qué evaluarnos en el amor?, bueno por la simple razón de que Jesús vino a esta tierra y murió precisamente para darnos a conocer ese inmenso amor por Él, mi elección por el bien siempre va a estar direccionada por el amor, pongamos un ejemplo sencillo: Si tengo delante de mí la oportunidad de tomar algo que no es mío sin que se den cuenta, la elección entre el bien y el mal, están frente a mí, pero ¿qué criterio he de usar para elegir?, si recuerdo el segundo mandamiento que me dice ama a tu prójimo como a ti mismo, tendré el mejor de los criterios para decidir, pensando: ¿Me gustaría que me hicieran lo que yo voy hacer?, ¿Cómo me sentiría o afectaría si esto me pasara a mí?, partiendo de la afección del YO, me doy cuenta que no quiero que me hagan el mal sino el bien, me gustaría que los demás eligieran siempre hacerme el bien, entonces si yo deseo el bien para mi desde ese amor que tengo hacia mí mismo, pensaré entonces en generar bienestar al otro y no dañarlo, porque es lo que anhelo para mí, de esta manera estoy en el camino correcto eligiendo el bien y la vida, tal como nos lo dice la Palabra de Dios el día de hoy. Y si decidimos el mal, ¿qué pasaría?, la Palabra nos dice: “morirás sin remedio”, un poco fatalista, cualquiera puede decir con ese ultimátum es mejor decidirse por el bien pero aun así somos libres, y viendo como están las cosas en el mundo, creo que muchos no se detienen a pensar que la elección por el mal los llevará a una muerte segura, y no se trata solo de una muerte física sino de la muerte del alma, del espíritu, que se va apagando cada vez que hacemos esta elección, aunque no nos demos cuenta. Luego el Evangelio de Lucas nos muestra como Jesús recalca: “¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero si se pierde o se perjudica a sí mismo?”, así pues que nuestra elección no sea apagarnos en la opción por el mal, sino que nuestra opción siempre sea por el bien, aunque esto nos cueste un poco más de esfuerzo. Feliz tarde, que ante la vida y la muerte, el bien y el mal, nuestra opción sin titubeos sea siempre por la vida y el bien.

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