22 de febrero de 2013

La hormiga Chapulina y la Chicharra Paralizadora

Cierta noche de esas que son tan productivas, donde los pensamientos vienen a la cabeza como si fueran una metralleta y el cielo está tan iluminado que pareciera que las ideas irradian su propia luz, se encontraron en el camino la hormiga Chapulina, quién regresaba de su larga jornada de trabajo con el cansancio en los hombros pero la mente llena de ideas, y la Chicharra paralizadora; a quién la vida le parecía el lugar propicio para ser feliz y disfrutar. Tuvo pues lugar el encuentro cuando la Chicharra, haciendo su vuelo acrobático ve a lo lejos la silueta de algo que va con un ritmo muy acelerado. Y por curiosidad decide descender un poco para ver más de cerca de quién se trataba, al estar volando a pocos metros sobre el suelo, se dio cuenta de que se trataba de la hormiga Chapulina, ah se dijo para sí, pero si es mi gran amiga la hormiga, que va de regreso a su casa, me detendré un poco para saludarla. - Hola Chapulina. ¿A dónde vas tan acelerada?, si ya tu tiempo de trabajo ha terminado y ya vas de vuelta a tu casa. Chapulina un poco sofocada por la caminata le responde: - Es que quiero aprovechar el tiempo, me urge llegar pronto a mi casa, hay muchas cosas pendientes y pareciera que el tiempo no rinde. En fin hay que aprovechar el Tiempo perfecto de Dios. Mmmm con que es el tiempo el causante de su apuro, dijo para sí la Chicharra; e hizo una nueva pregunta: - Chapulina, y tú sabes ¿Qué es el tiempo? Respondió casi sin voz la pobre hormiga de la fatiga que llevaba: - Bueno no lo sé exactamente, solo sé que generalmente se agota muy rápido y cuando esperas algo, parece interminable. Y tú, ¿si sabes lo qué es? Desacelerando un poco el paso, en espera de lo que iba a decir su interlocutora. La Chicharra, que se había leído unos cuántos tratados de filosofía unos días antes, pero que no había entendido ni papa, le dice; por no quedarse callada: - ¡Claro! que lo sé, respondió con aires de grandeza, hace poco estuve filosofando y llegué a la conclusión de que El tiempo es la sucesión de los estados de los entes creados finitos y mutables, que tras el breve momento de poseerlo va adquiriendo, nuevas y nuevas configuraciones. No tenía ni idea de lo que había dicho pero como sabía que el apetito intelectual de la hormiga era difícil de saciar, le lanzó ese concepto; que duró semanas para memorizar. Y dijo para sus adentros ahora si me la comí. Con tono de sorpresa por tan magistral concepto responde la hormiga: - Sí, en efecto es como dices Chicharra. Ahora que recuerdo hay varios filósofos que han hablado sobre el tiempo, dentro de ellos recuerdo a los doctores de la Iglesia Benedicta de la Cruz (Edith Stein) y Santo Tomás de Aquino, también Platón y Aristóteles han hablado sobre este tema. Sin embargo para mí el tiempo perfecto de Dios es el presente, pero bueno al decir para mí ya lo estoy limitando. A lo que la Chicharra pela los ojos y dice entre dientes ahora sí que me embrome esta hormiga es muy sabihonda y ahora que le respondo, ayúdame Espíritu Santo. Y continúo su disertación: - Pues… Yo estoy de acuerdo. El momento de Dios es el presente. Por eso, desde este punto de vista, compartimos con Dios la cualidad de su “presente”, solo que no “eterno presente” como Él. Y sí, por supuesto muchos han escrito sobre este tema, de hecho nosotros casi compartimos aún la visión aristotélica del tiempo, desde que Santo Tomás lo abrazó y lo plasmo de manera magistral. La hormiga ya le picaban las antenas de las ganas que tenía de intervenir y estaba esperando la menor pausa de la chicharra para hablar: - Sí, mi querida amiga muchos de ellos han escrito que “El tiempo es un todo, dividido en partes” y yo agregaría que nosotros estamos viviendo en esa parte única que existe realmente, el presente. Y esa parte única que existe, existe y muere a la vez, es decir como seres mutables que somos vivimos cambiando en un breve presente. La Chicharra con un poco más de confianza, responde: - ¡Exacto! Eso es lo que quería decir, el tiempo lo podemos dividir claramente en 3: pasado, presente y futuro. El pasado “existió”. El futuro “ni siquiera ha existido” y el presente “es lo que existe”… termina con tono paralizante su intervención de momento, nuestra amiga, la chicharra paralizadora. La hormiga nuevamente interviene: - Será por eso que dicen por allí: “No dejes para mañana lo que puedes hacer hoy”. Chicharra paralizadora, contesta haciendo un ademán de aprobación con la cabeza: - Eso es lo que Eráclito trató de explicar en su DEVENIR. Su famosa frase “Todo pasa”. Suspiró la Chapulina y seguido exclamó: - ¡El tiempo vive en un eterno estado agónico! Dándole una palmadita en la espalda la chicharra responde: - ¡Ánimo!, no hay que ser tan pesimistas. Levantando las antenitas nuestra amiga la hormiga, continúo: - Volvamos a lo del tiempo perfecto de Dios, si el tiempo es algo creado por el hombre ¿Cómo podemos encerrar a Dios, que es increado, en algo creado?, lo que tú decías en ese concepto loco del tiempo. Es el brevísimo presente ahora el que importa realmente, que al juntarse con muchos breves nos dan la sensación de lo que llamamos presente. - ¿Sabes? Se me ocurre un chiste malo: Viene tiempo presente y le dice a tiempo futuro, hola esposo nuevo que en un momento serás viudo. Lanzando una carcajada al aire, acota la Chicharra: - Ahora sí, de plano estamos en estado de demencia. Yo creo que en vez de decir El tiempo de Dios es perfecto deberíamos decir: El momento de Dios es perfecto”. Con actitud muy serena finaliza su intervención, la hormiga Chapulina: - Ahora bien, sí el pasado no existe, porque ya pasó. El futuro no existe, porque no ha llegado aún. Entonces ¿Qué nos queda? ¡El presente!,( se responde ella misma). Por eso ese Momento perfecto de Dios, es el aquí y el ahora. Es decir ese tiempo perfecto de dios que tanto nombramos, ya lo estamos viviendo, y ¿qué es lo que Dios quiere para nosotros en ese tiempo? Sin dejarla terminar la Chicharra paralizadora interviene, con tono de alegría dice: - ¡Que seamos felices y más nada!, y que hagamos como el eslogan de las tiendas Macuto: “Marca la diferencia”. Y emprendiendo de nuevo su vuelo acrobático observaba cómo se alejaba lentamente su amiga la hormiga Chapulina, con un toque de alegría en sus antenas y con la certeza de que el tiempo más valioso y perfecto, es el que mentamos presente.

21 de febrero de 2013

Diàlogo: ¡Bendita Libertad!

Apachurrao: Quiero que me ayudes con algo, bueno más bien con alguien, con mi hermana, es que no se cómo entrarle, como meterle a Dios en la cabeza, en el corazón, en fin en su vida. Apachurron: Mmmm ¿Cómo así? Apachurrao: Bueno es que siento que no puedo ser profeta en esa tierra, ¿entiendes? A mí no me escucha, pero tal vez si viniese otro y le hablará, pudiera captar mejor el mensaje. ¿Qué dices? Apachurron: Ay de mí sino evangelizo, una vez un sacerdote me explico que aunque el dar a conocer a Dios parece una obligación, el apóstol San Pablo siempre pone por encima el amor y cada quién es libre de elegir. De verdad a veces quisiera que el mundo dejara a un lado todo y cesara la discusión, el odio, la avaricia, todo. Tendría que echarte un cuento para que veas que tan grande son esas ganas de ver a un mundo donde los hermanos no se maten unos a otros. Un escritor ruso, Máximo Gorki decía: “Un hombre puede creer o no creer, eso es cosa suya. Porque es su propia vida la que apuesta por la fe, la incredulidad, el amor y la inteligencia. Y no hay sobre la tierra otra verdad más grande para el espíritu humano que esta gloriosa y humilde condición. El hombre arriesga su propia vida cada vez que elije y eso lo hace libre”. Apachurrao: Gracias. Pero quiero saber ¿qué cuento es ese? Es importante para mí. Apachurron: Son unas palabras que dijo el fraile Richard en una presentación en el seminario. Apachurrao: Bueno, cuéntame que dijo. Apachurron: El fraile trabaja en la orden de los mercenarios. Creo que es así que se dice, no estoy seguro. Apachurrao: Ja ja ja… yo creo que es mercedarios pero no importa de qué orden es el fraile, continua. Apachurron: creo que ellos trabajan con gente de bajos recursos, presos y otros, el dijo algo más largo pero en pocas palabras hay personas a las que no puedes demostrarle ni una gotica de odio porque se llenan de un mar de amargura y rechazo, más bien dale tu un mar de amor y acógelo sin esperar nada a cambio, porque Dios nos creo libres. Cuando escuche eso, entendí mucho a mi hermana mayor. Apachurrao: Entonces a mi hermana no solo un mar sino habrá que darle un tarro de miel para ver si se ablanda, porque ha conocido de Dios y todavía no le conoce. Eso me estresa porque se le ha dicho lo mismo que a mí. En fin ¡Bendita libertad de los hijos de Dios! Apachurron: Ya le explicaste, si discutes con ella vas a terminar pecando tu y ella. Apachurrao: ¿Explicar? Apachurron: Si la invitaste a la Iglesia, ella conoce lo que es bueno y lo que no. Lo que es pecado. Apachurrao: Como que eso no le importa mucho, bueno creo… estoy cayendo en suposiciones. ¿Será que no ha llegado el momento de Dios para ella? o tal vez lo está viviendo pero no se da cuenta. No queda más que esperar que llegue ese momento, eso lo sabe Dios pero como yo no soy El y no conozco sus planes tiro una que otra flecha a ver si una de esas da en el blanco y en el tiempo. Apachurron: Bueno, no te desesperes, en estos días leí algo que me dio tranquilidad: “Cuanto más se esfuerza uno por los demás, mejor comprenderá y hará suya la palabra de Cristo: “Somos unos pobres siervos” (Lc 17,10). En efecto, reconoce (El que sirve) que no actúa fundándose en una superioridad o mayor capacidad personal, sino porque el Señor le concede este don. A veces, el exceso de necesidades y lo limitado de sus propias actuaciones le harán sentir la tentación del desaliento. Pero, precisamente entonces, le aliviará saber que, en definitiva, él no es más que un instrumento en manos del Señor; se liberara así de la presunción de tener que mejorar al mundo. Hará con humildad lo que le es posible y, con humildad, confiará el resto al Señor. Quién gobierna el mundo es Dios, no nosotros”. Deus Caritas Est (Carta encíclica Benedicto XVI) Apachurrao: Cierto. Lo había olvidado, Gracias por recordármelo. Es Dios quién propicia todo y sé que El se está ocupando de mi hermana y de la tuya, así como de tantos que no se han acercado a Él, todavía. Mientras nosotros hagamos lo que nos toca con la alegría de sabernos sus siervos.

17 de febrero de 2013

Un Desierto, llamado Reposo

Apenas comenzaba a caminar este desierto y ya sentía el cansancio y el hastío, un desespero me embargaba, quería que el tiempo pasara rápido, no deseaba estar más de reposo, es una cuarentena muy cansona, tener que estar quieta; no va conmigo. Hablando de cuarentena, en este tiempo de cuaresma pensaba prepararme de una mejor manera, otras veces me ha ganado la flojera, pero este año me propuse sería diferente, pero creo que tus planes y los míos una vez más no coincidieron, estoy aquí en cama, de reposo por 21 días, pero para mí es como si fueran 40. Señor, ¿Cómo entrenarme desde aquí?, sino puedo hacer más que estar acostada. No puedo hacer obras de caridad, no puedo ir a la Iglesia, ¿Qué tanto puedo hacer desde aquí?, me duele todo, paso el día bien y en la noche todo se complica. La fiebre me hace delirar, los dolores me hacen erizar la piel, y me pregunto: ¿Por qué en la noche? Y ahora pienso en tus 40 días de preparación en el desierto, donde fuiste tentado, y esas 40 noches que posiblemente fueron igual de inquietas que las mías ahora. Dice la Palabra que estabas «lleno del Espíritu Santo… y que te dejaste llevar por el Espíritu al desierto» Lc 4,1. Allí permaneciste todo ese tiempo, pero no específica a que desierto fuiste, si se resalta del lugar de donde saliste, el Jordán, entiendo que era un río importante en tus tiempos, también se que además las zonas donde hay ríos son muy fértiles y prósperas, es decir había abundancia en aquel lugar, y decidiste pasar de la abundancia del Jordán a la nada del desierto, ¡Claro! Estabas bajo los efectos del Santo Espíritu, era de esperarse. Siempre he querido saber a cuál desierto fuiste, pero tal vez la Palabra no lo dice, porque no hace falta o para que no nos limitemos, solo es necesario saber que el desierto es la nada. Y cuando en medio de mi enfermedad me pregunto: ¿Por qué en la noche? ¿Por qué la fiebre y los dolores hacen su aparición magistral en la oscuridad? Tendrá que ver con que es el único momento donde estoy a solas conmigo, con mi cuerpo, mis pensamientos, y bueno también contigo porque tu omnipresencia hace imposible excluirte. Noche – Oscuridad – Desierto, pareciera que allí no pasa nada, pero ¡pasa de todo! A mí, me comienzan las dolencias, y a ti, te ponen a prueba. A propósito de ello, ¿No estaré siendo a puesta prueba también? Creo que por ahí viene todo. Dice la palabra que fuiste tentado por el Diablo « En ese tiempo no comió nada, y al final sintió hambre, el Diablo le dijo: -Si eres hijo de Dios, di a esta piedra que se convierta en pan… No solo de pan vive el hombre» Lc 4, 2-4. Fue tu respuesta. ¡Qué gran respuesta, Señor!, que te puedo decir yo, si apenas me viene el dolor y te pido a gritos: Señor, ya es suficiente, quítamelo rápido. No solo de pan vive el hombre, y yo agregaría sino también de la confianza que se tiene en Dios, de que todo dolor pasará. ¿Cuántas veces Señor, cuando estamos a prueba, te pedimos que nos las quites? No tenemos tú aguante, perdónanos por esa y muchas más. Y siguiendo con tus pruebas, «luego el Diablo dijo: - Te daré todo ese poder y su gloria… si te postras ante mí, todo será tuyo». Tu respuesta fue: «Solo al Señor Tú Dios adorarás» Lc 4, 6-8. Nuevamente Señor, que grande tu respuesta y nosotros seguimos con la pata coja. ¿Cuántas veces Señor, hemos deseado gloria y fama, ser reconocidos? En este preciso instante pienso, que comentarios harán sobre este escrito, espero sean buenos, porque sino ni digo que lo escribí yo. Ves Señor, se hace necesario pedirte perdón por esto también. Y seguimos con el Diablo y su incansable afán de hacernos caer. «Entonces lo llevó a Jerusalén, lo puso en la parte más alta del templo y le dijo: Sí eres el hijo de Dios, tírate abajo desde aquí…porque enviará tus ángeles para que te cuiden y tu pie no tropezara en la piedra. Pero Jesús respondió: No pondrás a prueba al Señor, tu Dios» Lc 4, 9-12. En este momento es la autosuficiencia del hombre la que sale a relucir, el exceso de confianza en nuestras propias fuerzas que nos lleva a la imprudencia, Dios es quién guarda nuestras vidas, pero a veces creemos que somos nosotros que tenemos el control, y que nada nos pasará porque somos invencibles, casi dioses. Señor, que dura ha sido esta prueba, el hecho de tener que depender de otros para todo, para vestirme, para levantarme, para acostarme, para que me lleven y me traigan, me compren los medicamentos, y hasta me ayuden a ir al baño, puedo ver la fragilidad de lo que soy y tu grandeza en cada persona que ha hecho algo por mí, durante esta convalecencia. No sé, si al desierto que fuiste llevado era parecido a este, lo que sí sé es que este fue el desierto a donde fui traída, para caminar estos 40 días. Te pido me ayudes a saber responder como tú.

13 de febrero de 2013

Y sigo contando 12

Hace ya casi 3 años, cuando comencé la labor de dirigir al grupo de solteros cursillistas de San Diego, mi mayor preocupación era la cantidad de personas que lo conformaban, recuerdo claramente que solía decir: somos 3 gatos, ¿cómo vamos hacer los que nos toca si somos tan poquitos? Y constantemente la oración de mi par y mía era: Señor, que seamos muchos. Poco a poco se fueron incorporando más equipistas al equipo, y eso nos llenaba de alegría pero no se me quitaba la idea de estar siempre contándonos cada vez que nos reuníamos para hacer algo, en mi mente constantemente se repetía uno, dos, tres…mientras iba observando las caras de los chicos. Ya no éramos 3 gatos, mi cuenta daba mucho más, casi siempre llegaba hasta el 12, y a manera de alivio decía: bueno ya pasamos los 10. En la actualidad ya somos 25, pero no es de ese número del que quiero hablarles sino del 12. Doce fueron los apóstoles; que fueron llamados por Jesús para la misión de dar a conocer la Buena Noticia, «Y cuando era de día, llamo a sus discípulos, y escogió a doce de ellos, a los cuales llamo apóstoles» Lc 6,13 doce las tribus de Israel, que formaron el pueblo escogido por Dios: «¡Bienaventurado eres tú, oh Israel! ¿Quién como tú, oh pueblo salvo por el Señor, escudo de tu socorro y espada de tu excelencia? Tus enemigos tratarán de engañarte, pero tú pisotearás sus lugares alto».Dt 33,29. Doce la edad que tenia Jesús cuando se perdió en el templo y se le escucha reconocer por primera vez a Dios como Padre, anticipando lo que sería su ministerio público al responder: «Y ¿por qué me buscaban? ¿No sabían que yo debo ocuparme de los asuntos de mi Padre?» Lc 2,49. En fin parece que este número tiene algo especial. Hoy mientras estaba en misa con el grupo, volví a contarnos en silencio, cuál fue mi sorpresa que el total de los asistentes, nuevamente era 12, y dije para mí: Gracias Dios. En la homilía el padre decía que el 12 era múltiplo de 3 y que el 3 es número perfecto, la Santísima Trinidad; Padre, Hijo y Espíritu Santo, 3 personas en 1 solo Dios, ¡Que perfección! Entendí pues que lo importante no es la cantidad sino que ese poco o ese mucho Dios lo hace perfecto, como el 12. Y sí los apóstoles que eran 12 y pudieron cumplir la misión que Jesús les dejó, más aún nosotros podremos seguir ese ejemplo, sabiendo que Dios hará perfecta su obra, así pensemos que somos 3 gatos.