16 de junio de 2013

Lo que sea pero patea

Jugando con mí equipo de kikingball escuche a las chicas de mí equipo haciendo barra y cantaban lo siguiente:

“Yo quiero un hit, quiero un home run,  no quiero bolas, no quiero ponche, lo que sea pero patea”

Nuestro entrenador antes de iniciar el juego da las pautas para poder jugar, dentro de las tantas cosas que nos dice hay una que me llama la atención y es: escúchame, mírame, juega conmigo. Resulta que para patear, para  correr y casi para todo lo que hagamos debemos seguir sus instrucciones, pues para eso es el entrenador. Sucede pues que las veces que no le hacemos caso, cometemos errores o no nos sale bien la jugada. Yo soy una de las que a veces estoy distraída y no me meto en el juego y el otro día cuando me toco patear el hizo la seña de que debía montarme en el home para patear y no lo hice, la bola vino por el centro y me cantaron strike, luego me hizo la seña para que me separara del home y vino la bola; como venía muy abierta no me dio tiempo de reaccionar y volvieron a cantarme strike, finalmente me hizo una seña mas de que me moviera un poco mas hacia la derecha, no lo hice, y finalmente a duras pena golpee la bola pero no salió bien y fui out. Ya imaginaran como se puso el entrenador.

Ahora bien en una competencia lo importante es divertirse pero también competir y obviamente, sino pateamos y nos hacen out, no estamos contribuyendo a la victoria del equipo. Yo quise hacer las cosas por mi cuenta y no seguir las instrucciones. Los resultados de esto no fueron los mejores.

Si tomáramos este ejemplo y lo lleváramos a nuestra vida personal y espiritual, pudiera estar pasando lo mismo. Un entrenador que nos da las instrucciones, que el ámbito cristiano estamos hablando de Dios, un equipo que somos todos los que vamos en este camino y jugador que  es el turno al bate, que eres tu ò yo. Hay mucha gente gritando o diciéndote cosas mira has esto, has aquello, no hagas esto, no así no, has lo que sea pero patea, es decir has algo. No sé si les ha pasado, pero  a mí me pasa, en fin todo el mundo quiere dar instrucciones y a veces terminamos confundidos y sin saber que hacer. En el momento de la prueba Dios nos da las señas para que hagamos las cosas bien pero no seguimos sus instrucciones y nos vienes los strike y los out y nos sacan del cajón de pateo todo derrotados. Ahí es cuando mi entrenador diría no te dije: escúchame, mírame, juega conmigo. Creo que también Dios nos lo dice, pero ni lo escuchamos, ni lo miramos y tampoco jugamos para su equipo, como diría un dicho popular ni lavas, ni prestas la batea. Lo importante es que nos demos cuenta que Dios quiere que juguemos y ganemos así como mi entrenador, pero para ello hay que seguir el paso a paso de sus instrucciones, las reglas del juego, ¿Cuáles?, Marta Fernàndez, directora de la Oficina de Evangelización de la Arquidiócesis de Washington en D.C. nos dice acerca de esto:
 El le ha confiado la verdad a su iglesia, establecida como mater et magistra, es decir, como madre y maestra, para guiarnos a la verdad completa. A través de la iglesia, Cristo nos enseña lo que significa ser discípulos cristianos, hijos de Dios y plenamente humanos, pues como nos ha dicho el Segundo Concilio Vaticano: “Cristo… manifiesta plenamente el hombre al propio hombre y le descubre la sublimidad de su vocación”. (Gaudium et spes, 22)

En pocas palabras las reglas están dadas, Dios habla claro, solo hay que seguir las señas que nos da y seguro que si vamos a patear algo bueno, no como el canto de la barra animadora que decía  lo que sea pero patea, estoy segura de que si seguimos sus instrucciones patearemos un hit y por què no, un home run.
Por último les dejo con el siguiente Salmo 119, 33 -40. Con el cuál podemos orar a Dios para pedir estas instrucciones:
SEÑOR, enséñame el camino de tus mandatos,
    y yo lo seguiré hasta el fin.
 Dame entendimiento para obedecer tus enseñanzas,
    y de todo corazón yo la cumpliré.
Guíame por el camino de tus mandamientos,
    porque en él me encuentro a gusto.
Pon en mí el deseo de cumplir con tus requisitos
    y no el de satisfacer mis deseos egoístas.
 Aleja de mi mente los pensamientos inútiles,
    dame vida para vivir en tus caminos.
Cumple la promesa que le hiciste a tu siervo,
    la que haces a los que te respetan.
Aleja de mí la vergüenza a la que temo,
    porque tus órdenes son sabias y justas.
 Yo deseo tus instrucciones,
    dame vida de acuerdo a tu justicia.
Amèn.







10 de junio de 2013

Diálogo de La Vajilla

Niña: Hola 0800: Hola Niña: Tengo una consulta personal 0800: Dígame Niña: Hay algo que me preocupa pero no depende directamente de mi, depende de otra persona. Yo quisiera que pasara rápido… pero no pasa. Y tampoco se si va a pasar. 0800: ¿Qué será? Parece una historia de suspenso. Niña: Lo que pasa es que quiero preguntarle a la persona de la que depende lo que me preocupa pero no quiero parecer fastidiosa pues ya que ella me dijo que me quedara tranquila…pero me quedo tranquila un ratico y luego me vuelve a inquietar la situación, porque me siento como en algo incierto. Y no es suspenso… es la realidad. 0800: lo único que te puedo decir es que si confías en la información que te dieron, pues ten paciencia. El tiempo de Dios es perfecto. Niña: Confío en Dios pero en la gente me cuesta un poquitín. Es decir la duda hace presencia y no lo puedo evitar. 0800: que te puedo decir o más bien, que quieres que te diga. Niña: Nada. Gracias por escucharme, se lo tenía que decir a alguien porque hoy es un día de esos donde la duda apremia… pero ¡listo! Se confía. 0800: … y el tiempo de Dios es perfecto. Niña: Ya veo que esa es tu frase favorita. 0800: Al final yo sólo sé que no se nada. Niña: Si, nadie sabe nada. Solo Dios, que conoce el futuro y sabe por qué, es decir por qué SI o por qué NO. 0800: Así es Niña: El rollo es que yo siempre quiero que me diga que SI a todo lo que se me antoja. 0800: Bueno, ayer justamente le decía eso a mi hija, que uno no puede pretender tener siempre lo que quiere. Niña: Siempre he sido muy malcriada. 0800: y el cuento venía por la vajilla que saqué para el almuerzo, la compré antes de casarme, ósea tenía 22 años. Es de gres de Brasil, marrón oscura en los bordes con difuminado claro hacía adentro para 8 personas, con todo, ósea que me encanta. Lo cierto es que al año de haberla comprado, el hijo del que me vendió la vajilla me mandó a decir que me compraba la vajilla. Que me daba a cambio una gris mas otros peroles de cocina si le daba mi vajilla, porque resulta que tenía un cliente que se había antojado de una marrón y ya no venían así. Y yo le dije que no. Al final, sino la había ¿por qué le tienes que quitar a otro lo suyo porque tu lo quieres?, ¡es una locura! Entonces no siempre se puede tener lo que uno quiere… Hasta aquí el diálogo, sin embargo el mismo da pie a una breve reflexión, siempre queremos que Dios nos diga que SI a todo, como cuando estamos vaciando la papelera de reciclaje de la PC y aparece la ventana con el mensaje: ¿Está seguro que desea eliminar tal o cuál documento? Y con tan solo un “aceptar”, todo lo que queremos borrar desaparece. No pasa así con la voluntad de Dios, es decir, el no puede dar un aceptar a todo lo que se le antoje al hombre, pues el ser humano es un ser muy cambiante, un día quiere una cosa y ya al otro día ha cambiado de parecer, así hoy pide tener un carro y mañana dice bueno pero que el carro sea del año y más tarde cambia y agrega que sea de tal o cuál color, ahora, mi pregunta es: ¿Cuál es la necesidad primordial el carro o el color?... lo cierto es que nuestra paciencia entra en el juego y parece quedarse varada porque para nosotros es inexistente su presencia, paciencia es equivalente a esperar y resulta que nuestros antojos están delante o por encima de cualquier espera, a la gente le cuesta esperar. Toma la batuta la prisa y comienza a dirigir la orquesta moviendo piezas como jugador inexperto de ajedrez, a la final se da un jaque mate en contra del competidor apresurado. Pierdes igual, pues la prisa no deja ni el cansancio, porque estas tan apurado que ni siquiera dejas espacio para cansarte. Por otro lado lo que quiero, ¿es realmente mío? ¿Cómo saber si realmente Dios ha dispuesto eso para mí y no para otra persona? No estaremos antojados de la vajilla de nuestro hermano, Dios nos ve y conoce lo que hay dentro de cada uno por lo tanto sabe lo que realmente nos conviene y en ese mismo orden va dejando caer una a una las bendiciones que tiene para cada uno, no seamos tan niños malcriados pensando que todo lo merecemos en el justo momento que se nos antoja, a veces podemos tener la vajilla marrón pero otras veces tenemos que aceptar la gris que es la que hay y la que nos toca, no importa si es marrón o gris lo importante es que comas en ella y la disfrutes. Indagando un poco acerca de la paciencia encontré que: La paciencia es la actitud que lleva al ser humano a poder soportar contratiempos y dificultades para conseguir algún bien. La paciencia es un rasgo de personalidad madura. Es la virtud de quienes saben sufrir y tolerar las contrariedades y adversidades con fortaleza y sin lamentarse. Esto hace que las personas que tienen paciencia sepan esperar con calma a que las cosas sucedan, ya que piensan que a las cosas que no dependan estrictamente de uno hay que darles tiempo.Todo esto me hace recordar el hermoso poema de Santa Teresa: “Nada te turbe, nada te espante, todo se pasa, Dios no se muda, la paciencia todo lo alcanza. Quien a Dios tiene nada le falta. ¡Sólo Dios basta!” La paciencia todo lo alcanza. Se lo decía Jesús a los discípulos anunciándoles las persecuciones: "Gracias a la paciencia salvarán su vida" (Lc. 21,19). Seamos pues pacientes así como el labrador espera el fruto precioso de la tierra. ¡Acepta la vajilla que te ha tocado pues está hecha conforme a tu necesidad!