10 de agosto de 2014

Carpintero, sopita, piel de culebra 01.08.14

Lectura: San Mateo: 13, 54-58 ¿No es éste el hijo del carpintero? ¿De dónde, pues, ha sacado esa sabiduría y esos poderes milagrosos? En aquel tiempo, Jesús llegó a su tierra y se puso a enseñar a la gente en la sinagoga, de tal forma, que todos estaban asombrados y se preguntaban: "¿De dónde ha sacado éste esa sabiduría y esos poderes milagrosos? ¿Acaso no es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama María su madre y no son sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas? ¿Qué no viven entre nosotros todas sus hermanas? ¿De dónde, pues, ha sacado todas estas cosas?". Y se negaban a creer en Él. Entonces, Jesús les dijo: "Un profeta no es despreciado más que en su patria y en su casa". Y no hizo muchos milagros allí por la incredulidad de ellos. Reflexión: Jesús fue rechazado por los de su pueblo, por los que le conocían y habían compartido con él y muchos otros que ni siquiera le conocieron en persona creyeron en él. ¿Contradictorio no?. Nadie entendía de dónde le venía la sabiduría sí era un hombre igual que ellos, de su mismo gentilicio. ¿Cómo es posible que Dios se revele en un simple carpintero?, tropiezan con la humildad de este hombre a quién ellos creían conocer. Así se cumple en sus paisanos lo que había dicho en sus parábolas: miran y no ven, escuchan y no oyen ni comprenden. Mt 13,14. Dios habla en lo sencillo, puede llegar a ser tan cotidiano que no logramos captarlo, Dios habla en cada cosa que te pasa, en cada persona que se te acerca hay que estar atentos para no rechazarle, a veces caemos en el error de creer sabérnoslas todas en cuestiones de la fe y no dejamos que la sencillez del mensaje penetre. Puedo saberme las bienaventuranzas de memoria pero aquel que es pobre, que sufre injusticia, que es perseguido, ese puede mostrarme mucho más, la dimensión plena del mensaje. Recuerdo una vez que estaba de misiones en Jajó - Trujillo. Ese lugar es montaña y hace mucho frío ya que hay zonas que son páramo, andábamos visitando los hogares y llegamos a una casita humilde, solo tenía un espacio grande que servía de sala, un cuarto y la cocina, no habían muchos muebles ni enseres, el piso era de tierra y el techo de paja. Cuando llegamos los dueños nos recibieron con agrado y estaban cocinando una sopa de papas que era su almuerzo, nosotros éramos como 10 personas y nuestra sorpresa fue que empezaron a servirnos su comida a nosotros, algunos de mis compañeros y yo no queríamos aceptarla, pero ellos insistían y tuvimos que comernos la sopita. El mensaje de Dios nos invita a amar al prójimo, a ayudarle y compartir. Créanme que ese gesto me enseñó más sobre amor al otro, ser desprendido y compartir que todas las clases de religión que recibí. Por otro lado ser profeta en su propia tierra, cosa difícil para Jesús y también hoy en día para nosotros. Recuerdo que de mis hermanos, el varón era el que más le costaba ir a la Iglesia , llegaba a la misa en el momento de la paz, siempre lo invitaba a participar de las cosas de la Iglesia y nunca iba, lo dejé tranquilo y al cabo de un tiempo llego una monjita llamada Chela que fue su profesora en la universidad y lo comenzó a invitar a ciertas actividades en la Iglesia y el comenzó a asistir, recuerdo que mi asombro era tal que hasta sentía que era injusto que tanto tiempo yo rogándole para que fuese y apenas llegó alguien que recién conocía, él le hizo caso, más tarde entendí que la obra no es nuestra sino de Dios. Él sabe cómo hacer sus cosas. Meses atrás recibí un mensaje de mi hermano, que recientemente atraviesa una crisis en su vida y parafraseando lo que él decía: "Dios me ha hecho caer y he tocado fondo, pero esto me ha servido siento que soy como la culebra, que estoy botando la piel vieja y ya comienza a salir la buena, algo bueno está por venir. Todo gracias a Dios y a ti por mostrarme el camino hasta Él". Para mí, escuchar esas palabras de mi hermano fueron una gran alegría, las oraciones y todo lo que hagamos por nuestra familia para que lleguen a ese encuentro con Cristo, no se pierde. A su tiempo darán sus frutos, no te canses de orar por ellos. Feliz día, y sí te dan una sopita, recíbela y come, seguramente es un gesto de amor de Dios.

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