4 de marzo de 2014

Santos aquì y ahora. 04.03.14

Lectura: “Sean Santos, porque yo, el Señor, soy santo”. 1Pe 1, 16. Dios, ¿tú te volviste loco? , darnos semejante mandato. Y los que dicen: eso no es conmigo, pues sepan que “Sean” es la forma imperativa del verbo ser, para los pronombres personales en plural: “ellos”, “Ustedes”. Es decir se refiere a los discípulos en aquel tiempo, pero hoy se refiere a nosotros. De esta no estamos excluidos. Así que habrá que ver ¿cómo se come esto de ser santo hoy en día? Tengo un amigo que dice: “El que quiera ser Santo primero debe morirse, porque no hay un santo que haya sido proclamado santo en vida”. Mi jefe dice: “¿Quieren ir al cielo?, pues muéranse”. Un poco tétricos ambos comentarios pero yo les compro esa idea, no tan literal como ellos la expresan, pero sí, de cierta manera para ser santos en la actualidad es necesario “morir”, ¿morir a qué?, tal vez sea tu interrogante, morir a nuestro egoísmo, morir a nuestra apatía, morir a nuestra indiferencia, morir a nuestro maltrato hacia los demás, morir a nuestro carácter airado, morir a nuestra comodidad, morir a nuestra vida sin Dios, morir a la vida de vicios y placeres, tantas cosas que tú sabes que en cada paso te alejan de Dios, porque ser santo ¿qué es?, Jesús dice: Sean santos porque yo soy santo, entonces si Jesús es santo, ser santos es ser como Jesús, imitarlo en todo. ¡Qué difícil!, Ta forza’o como dicen los chamos. Inmediatamente decimos, Jesús lo hizo porque era Dios y bueno nació para eso, y ahora yo te digo: Y que hay con todos los que han seguido los pasos de Jesús antes que nosotros, que eran de carne y hueso como tu y como yo, que muchos de ellos, fueron niños, jugaron, estudiaron, trabajaron, se enamoraron, se casaron, tuvieron hijos, o algunos se quedaron solteros, y todos vivieron una vida de santidad, y hoy después de muertos la Iglesia los reconoce como santos, ¿qué hay de ellos?, ¿Cómo hicieron, si eran humanos como nosotros?. Piensa si ellos pudieron hacerse santos en su cotidianidad, ¿por qué tu y yo no?. Una vez en mi trabajo me dijeron: “Aquí no estamos para ser santos”. Y yo replique: “Si estamos, porque haciendo bien mi trabajo, y cumpliendo correctamente con el deber que me corresponde, ya yo estoy viviendo una vida de santidad”. Porque ser santos no es hacer prodigios, ni cosas extraordinarias, sino hacer de forma extraordinaria las cosas ordinarias. ¿Que hizo la Madre Teresa de Calcuta?, atendió a los pobres y necesitados, dime si nosotros no podemos atender también a un pobre o a un enfermo. Eso no es nada del otro mundo, solo basta que lo hagamos con entrega y disposición. Eso por ponerles un ejemplo, pero podemos hacer muchas otras cosas por los demás. Y si caemos en desánimo porque sabemos que a veces metemos la pata y esto nos aleja de la vida de santidad, te invito a que leas los siguientes comentarios que se hacen de algunos santos: Es bueno saber que santa Teresita del Niño Jesús tenía una terquedad invencible desde niña; que san Alfonso María de Ligorio tenía un genio endemoniado; que san Agustín fue un gran pecador antes de su conversión y que santa Teresa de Jesús confesó nunca haber podido rezar un rosario completo sin distraerse. (fuente Catholic.net). Nos dice el Papa Pío XI sobre San Francisco de Sales que “se engañaría quien creyera que su dulzura era privilegio de su naturaleza. San Francisco por su temperamento era de carácter vivo, pronto a airarse, pero habiéndose puesto por modelo la imitación de Jesucristo manso y humilde de corazón, con la ayuda de la gracia y el dominio de sí mismo, consiguió reprimir y refrenar los movimientos de su carácter de tal manera que llegó a ser un vivo retrato del Dios de la Paz y la dulzura. (fuente: SCTJM). Como podrás ver, también ellos cojearon de una patica, pero no se amilanaron por eso, sino que continuaron adelante, se cayeron y se levantaron, tantas veces fue necesario, para alcanzar esa corona de Gracia, que es la santidad. Finalmente les dejo, el siguiente pensamiento: “Es mejor cojear por el camino que avanzar a grandes pasos fuera de èl. Pues quien cojea en el camino, aunque avance poco, se acerca a la meta mientras que quien va fuera de él, cuanto más corre, más se aleja.” San Agustín. Así que agarra tu patica coja y camina, que tarde o temprano llegarás a la meta, y ojalá que tu meta sea la santidad.

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