19 de septiembre de 2014

Hipócritas o ciegos 25.08.14

Lectura: San Mateo: 23,13-22 ¡Ay de ustedes, guías ciegos! En aquel tiempo, Jesús dijo a los escribas y fariseos: "¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, porque les cierran a los hombres el Reino de los cielos! Ni entran ustedes ni dejan pasar a los que quieren entrar. ¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que recorren mar y tierra para ganar un adepto y, cuando lo consiguen, lo hacen todavía más digno de condenación que ustedes mismos!¡Ay de ustedes, guías ciegos, que enseñan que jurar por el templo no obliga, pero que jurar por el oro del templo, sí obliga! ¡Insensatos y ciegos! ¿Qué es más importante, el oro o el templo, que santifica al oro? También enseñan ustedes que jurar por el altar no obliga, pero que jurar por la ofrenda que está sobre él, sí obliga. ¡Ciegos! ¿Qué es más importante, la ofrenda o el altar, que santifica a la ofrenda? Quien jura, pues, por el altar, jura por él y por todo lo que está sobre él. Quien jura por el templo, jura por él y por aquel que lo habita. Y quien jura por el cielo, jura por el trono de Dios y por aquel que está sentado en él". Reflexión: Perdónenme por iniciar esta semana con tan tajante lectura pero no soy yo sino que así lo previó Dios. Hoy Jesús lanza un mensaje contundente hacia un grupo de personas de su época que podemos muy fácilmente trasladarlo a nosotros, pues Dios nos habla cada día y de forma muy directa. Veamos que intenta Jesús decir con esa frase Hipócritas: “En el idioma de Jesús, la palabra hipócrita designa también al que juzga según las apariencias y al que se burla de las cosas de Dios. No todos los fariseos eran hipócritas pero Jesús denuncia una deformación que se ve a menudo en las élites religiosas.” (Comentario de la Biblia Latinoamericana). El título que encabeza este texto al ubicarlo en la Biblia es: “Siete maldiciones contra los fariseos”. Que rudo y poco agradable ese término “maldición”, Jesús a menudo habla de esa manera a aquellos que se empeñaban en seguir ciegos, lo mismo puede pasarnos a nosotros, que andamos ciegos, sordos y mudos como dice la canción. Hoy veremos solo 3 de las sentencias y mañana continuamos con el resto: 1. ¡Ay de ustedes, hipócritas!, que cierran a la gente el Reino de los Cielos. No entran ni dejan entrar. Al leer esto pienso en lo mucho que nos gusta juzgar al otro y no ver nuestro propio rabo de paja, y vivimos señalando y excluyendo al otro, limitando su participación en la Iglesia por su condición de pecador. ¿Y quién hay que no lo sea?. Jesús en su encuentro con la mujer adúltera dice: “ El que esté libre de pecado que lance la primera piedra” y la palabra continua diciendo que poco a poco todos los presentes fueron retirándose. Jesús no condena al pecador, sino al pecado. ¿Quiénes somos nosotros para decidir quién entra y quién no en el Reino de los Cielos?. Eso solo le corresponde a Dios que conoce y escudriña cada corazón. 2. ¡Ay de ustedes, hipócritas!, que recorren mar y tierra para ganar un pagano y cuando se ha convertido lo transforman en un demonio. No sé qué es peor si cerrar las puertas al hermano o hacerlo entrar para hacer de él una peor persona que la que antes era. Pienso en este momento en el cuidar la Fe del otro, constantemente doy charlas y catequesis en la Iglesia, siempre trato de tener el cuidado de no enseñar algo errado a mis hermanos que inician en su Fe y quizás debemos llevarlo más allá, a la vivencia, no podemos hablar de humildad, sino la practicamos. Al contradecirnos en nuestras palabras y actuar estaríamos siendo anti testimonio para el otro, contribuimos a desvirtuar su Fe, pues generalmente los patrones que tienden a copiarse son los malos, los torcidos. Diría un sacerdote amigo: “Entonces fabricamos unos mounstritos, en vez de verdaderos cristianos”. Hoy te recuerdo tú eres guardián de la Fe de tu hermano. Aprovecho la oportunidad para pedir perdón a todos mis hermanos, por los momentos que en vez de fortalecer su aprendizaje en la Fe con mis palabras y acciones, los he desvirtuado. 3. ¡Ay de ustedes, que son guías ciegos!. Ustedes dicen: Jurar por el templo no obliga pero jurar por el tesoro sí. ¿Qué vale más el oro mismo o el templo que hace del oro una cosa sagrada?. Claramente estas personas se estaban quedando en lo exterior, ¿Quién es más importante la vasija o el alfarero que la hace?, ¿En mi vida doy el valor y lugar a Dios que él se merece?, ¿A quién estoy siguiendo, a la palabra de Dios que es su voz o la de aquellos que miran solo lo externo?. Los féretros son estéticos por fuera pero por dentro albergan podredumbre, no seamos uno más de estos. Feliz día, no sigas a los hipócritas o guías ciegos, no seas parte de las élites religiosas, sigue al que es camino, verdad y vida, Jesús.

No hay comentarios:

Publicar un comentario