8 de enero de 2011

La Iguana

Regresaba ese día de mí acostumbrado almuerzo al Laboratorio y cual sería mi sorpresa que al abrir la puerta encontré que parte del techo; que es de cielo raso; estaba en el suelo, pregunté: ¿Qué sucedió? Pero nadie sabía lo que había ocurrido, bueno como ninguno de los que trabajamos allí  estaba al tanto de lo sucedido no le dimos importancia al asunto y cada uno siguió en sus labores, pero al finalizar la tarde mientras ordenaba unas cosas me tope con que teníamos un inquilino en el Laboratorio, era una ¡Iguana!, al parecer ella estaba viviendo en nuestro techo desde hace tiempo y bueno ese día decidió bajar a visitar, inmediatamente se formó todo un barullo por la presencia de nuestra  nueva vecina, unos decían móntala de nuevo en su techo y otros que era mejor liberarla en un lugar acorde para ella, siendo esta última la opción ganadora.        Después de lo sucedido surge una pregunta ¿Qué rayos hace una Iguana en el techo del Laboratorio? Pudiera pensarse que la pobre andaba en busca de comida, si así fuese creo que buscaba en el lugar menos indicado pues dudo que en una empresa fabricante de plástico pudiese encontrar algo nutritivo; pues las iguanas son vegetarianas, otra opción sería que tal vez buscaba un lugar donde vivir pero tengo entendido que estos animales son arborícolas, otras acuáticas y otras terrestres, por esta razón se puede decir que el Laboratorio no era el mejor hábitat para ella. Hay una última razón que podría ser la más valedera y a la cuál quiero llegar con toda esta historia, tal vez la Iguana estaba “acostumbrada” a vivir en ese lugar, ¡sí! es posible que ella se sintiera segura allí aunque ese no era su hábitat y la falsa seguridad no la dejara ver más allá, y no se daba cuenta que tal vez existía un mejor lugar donde vivir.
         Sucede pues que muy a menudo somos como la Iguana del Laboratorio, nos acostumbramos tanto a los lugares, a las cosas, a las personas, a una rutina, al trabajo, a que nos maltraten o a maltratar, a no ser amados ni amar, es tanta  a veces la costumbre que somos incapaces de buscar un mejor trabajo pues nos preguntamos ¿Y si me va mal? Mejor es tener mi sueldo seguro, o tal vez eres de los que continuas casado(a) no por Amor sino simplemente para no estar solo(a) o para tener estabilidad económica, sentirte seguro, o de los que dicen yo nací pobre y así me moriré ¿Para que superarme ya los ricos están completos? Simplemente eres de los que se niegan a ver más allá pues con el aquí y el ahora están seguros y eso es lo que cuenta y si existe algo mejor eso no es para mí, amarran su mirada a una costumbre absurda y no miran al horizonte a ver si existe un hábitat mucho mejor que al que están acostumbrados.
         Somos reacios a los cambios, nos da terror pensar en hacer algo nuevo con nuestra vida,  nos la pasamos haciendo planes para que todo nos salga perfecto y así sentirnos seguros y cuando las cosas no nos salen bien nos desanimamos y dejamos de intentarlo, no hacemos ningún esfuerzo.
         Es muy cierto que debemos ser agradecidos con Dios por las cosas que tenemos, pero nunca dejemos de luchar y mucho menos dejemos que la costumbre y la rutina sombreen nuestra vida, no dejemos que una falsa seguridad nos haga ser como Iguanas de Laboratorio sin aspiraciones y viviendo una vida que pudiese ser mejor.

“Yo soy quién te manda que tengas valor y firmeza. No tengas miedo ni te desanimes porque yo, tu Señor y Dios, estaré contigo dondequiera que vayas.” Jos 1, 9
By: Johanna A. Jaimes P.

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