28 de junio de 2014
Ponte en sus zapatos 11.06.14
Lectura:
San Mateo: 5, 17-19
No he venido a abolir la ley, sino a darle plenitud.
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "No crean que he venido a abolir la ley o los profetas; no he venido a abolirlos, sino a darles plenitud. Yo les aseguro que antes se acabarán el cielo y la tierra, que deje de cumplirse hasta la más pequeña letra o coma de la ley.
Por lo tanto, el que quebrante uno de estos preceptos menores y enseñe eso a los hombres, será el menor en el Reino de los cielos; pero el que los cumpla y los enseñe, será grande en el Reino de los cielos".
Reflexión:
"No he venido a abolir la ley sino a darle plenitud".
Plenitud: Cualidad o estado de pleno. Momento o situación de mayor intensidad o perfección de algo.
Jesús vino a perfeccionar y yo diría a depurar todo ese sistema de ley de su tiempo, muchos fariseos aplicaban la ley a su antojo, para ellos la ley del embudo, ancho para ellos y angosto para los demás, haciendo de esta una carga pesada, que en muchos casos ponía al hombre y sus necesidades por debajo, lo que popularmente se conoce como: pisao, apabullao, negriao...
San Pablo nos dice en su 2da carta a los Corintios, capítulo 3, versículo 6:
"La letra mata más el Espíritu da vida".
Jesús, vino para dar vida y no para matar al hombre con el cumplimento pesado de la ley, en su misión devuelve la dignidad al hombre y ubica sus necesidades por encima de la ley, ejemplo de ello cuando realiza curaciones en sábado, cosa que no estaba permitida. Para Jesús el atender al hermano se hace prioridad ante todo, sin embargo el mismo manifiesta que en Èl se da cumplimiento a todo lo que decían los profetas en el antiguo, es decir en Èl se alcanza el estado pleno o la perfección. Èl siendo Dios pudo haber dicho, aquí se hace lo que yo digo y punto, frase que muchos suelen usar cuando exponen sus puntos de vista y creen estar en lo correcto, olvidándose que hay muchos ángulos desde donde se pueden ver los problemas o situaciones, nadie tiene la verdad absoluta más que Dios y aún así no impuso sus criterios, más bien su invitación es a amar al prójimo, no juzgues al otro sin antes ponerse en sus zapatos y ver la situación desde su punto de vista, este ejercicio es clave en las relaciones interpersonales, nos ayuda a no matar ni negrear al otro, sino al contrario reconocer su dignidad de hijo de Dios y valorarlo.
Feliz día, sin negreos con el otro.
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