2 de junio de 2014
La Ceiba 21.05.14
Lectura:
San Juan: 15, 1-8
El que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante.
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el viñador. Al sarmiento que no da fruto en mí, Él lo arranca, y al que da fruto lo poda para que dé más fruto.
Ustedes ya están purificados por las palabras que les he dicho. Permanezcan en mí y yo en ustedes. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco ustedes, si no permanecen en mí. Yo soy la vid, ustedes los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante, porque sin mí nada pueden hacer. Al que no permanece en mí se le echa fuera, como al sarmiento, y se seca; luego lo recogen, lo arrojan al fuego y arde. Si permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y se les concederá. La gloria de mi Padre consiste en que den mucho fruto y se manifiesten así como discípulos míos".
Reflexión:
"El que no da fruto, Èl lo arranca y el que da fruto lo poda para que dé más."
No se puede ocupar un lugar sin dar ningún beneficio, porque se estaría siendo inútil.
La vid verdadera es Cristo, es el que contiene la savia, la vida, las ramas no son nada sin el tronco. Cristo es para nosotros la fuente de vida, si permanecemos en El, nuestra vida tiene sentido. Recuerdo un gran árbol de Ceiba, que se encontraba en una de las avenidas principales del pueblo de donde vengo.
Era tan inmenso que parecía una montaña, ocupaba toda la acera, de hecho está estaba destruida, tenía ramas tan grandes que parecía abrazaban el cielo.
Yo pensaba que ese árbol era indestructible, un día alguien determinó cortar la ceiba, porque según representaba un peligro si se caía, empezaron por las ramas y como era de esperarse, al separarlas del tronco se secaron, pero con lo que si no pudieron fue con el tronco, no hallaban como cortarlo, de hecho todavía permanece la base con las raíces.
Jesús es como esa Ceiba, inmenso, lleno de esplendor y aunque le dejen el tuquito sigue agarrado fuerte de sus raíces.
Nosotros somos como las ramas, cuando estamos cerquita y unidos a Cristo hasta parece que abrazamos el cielo, y sentimos que aunque hayan días malos nuestra esperanza sigue firme, sin embargo siempre hay algo, alguien que intenta separarnos, cortarnos del tronco, y si dejamos que eso suceda, quedaremos sequitos como las ramas de la Ceiba.
Ese no es el fin que el viñador, Dios, quiere
para nosotros, el quiere que seamos prósperos, que no nos dejemos amilanar por nada y que nos mantengamos firmes y agarrados fuertemente a El, como dice un dicho popular: "Más agarrao que vieja en moto". No permitas que las preocupaciones, problemas, conflictos, pruebas, acontecimientos negativos te alejen de su presencia, al contrario, cuando suceden es cuando más nos debemos apegar a Èl.
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