11 de agosto de 2014

Sácate una "A" 07.08.14

Lectura: San Mateo: 16, 13-23 Tú eres Pedro y yo te daré las llaves del Reino de los cielos. En aquel tiempo, cuando llegó Jesús a la región de Cesárea de Filipo, hizo esta pregunta a sus discípulos: "¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?". Ellos le respondieron: "Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que Jeremías o alguno de los profetas". Luego les preguntó: "Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?". Simón Pedro tomó la palabra y le dijo: "Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo". Jesús le dijo entonces: "¡Dichoso tú, Simón, hijo de Juan, porque esto no te lo ha revelado ningún hombre, sino mi Padre, que está en los cielos! Y yo te digo a ti que tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia. Los poderes del infierno no prevalecerán sobre ella. Yo te daré las llaves del Reino de los cielos; todo lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo". Y les ordenó a sus discípulos que no dijeran a nadie que Él era el Mesías. A partir de entonces, comenzó Jesús a anunciar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén para padecer allí mucho de parte de los ancianos, de los sumos sacerdotes y de los escribas; que tenía que ser condenado a muerte y resucitar al tercer día. Pedro se lo llevó aparte y trató de disuadirlo, diciéndole: "No lo permita Dios, Señor. Eso no te puede suceder a ti". Pero Jesús se volvió a Pedro y le dijo: "¡Apártate de mí, Satanás, y no intentes hacerme tropezar en mi camino, porque tu modo de pensar no es el de Dios, sino el de los hombres!". Reflexión: Me enfocaré hoy en las actitudes de Pedro que bien pueden ser igual a las nuestras en muchos momentos. Jesús lanza al aire una pregunta:¿ Quién dice la gente que soy yo?. Recibe varias respuestas todas erradas, mucha gente lo veía como un profeta, no le reconocieron. Lanza de nuevo la pregunta a los apóstoles, ¿Y Uds. Quién dicen que soy yo?, aquí aparece Pedro para tomar la palabra, me hace recordar a esos niños sobresalientes que siempre hay en el salón y cuando la maestra hace una pregunta ellos inmediatamente levantan la mano para contestar. Pedro hace una declaración perfecta de quién era Jesús: "Tú eres el mesías, el hijo del Dios vivo". Sí hubiese estado en la escuela seguro le ponen una "A" como calificación. ¿Y yo cristiano reconozco a Jesús como el mesías?, ¿Soy como un niño que busca solo dar respuestas pero tal vez no me doy cuenta de la profundidad de lo que confieso referente a mi fe?. Tal respuesta le mereció a Pedro la expresión: "Dichoso tú...sobre esta Piedra edificaré mi Iglesia...te daré las llaves del Reino...lo que ates y desates quedará atado y desatado en el cielo". Mucho le fue entregado a este sencillo pescador ese día. Dios no se vale de los sabios y entendidos sino que busca a los de corazón sencillo para iniciar su obra. ¿Sé yo que cosas me ha entregado Dios para que las ponga al servicio de su Reino?, ¿Estoy consciente de que formo parte de su Iglesia y que como tal debo ayudar a que esta crezca?. Pedro se llevó aparte a Jesús y trato de disuadirlo: "No lo permita Dios, Señor, esto no puede sucederte a ti". Después de haber sacado una "A", Pedro la puso con este comentario, ¿Qué paso con la intervención sobresaliente?. Pedro al igual que nosotros le faltaba mucho crecimiento en la fe, aun compartiendo con Jesús tanto tiempo, no había entendido la misión del mesías, sabía quién era pero no comprendía la profundidad de lo que era. Seguía pensando como hombre, como humano, es decir su pensamiento se veía persuadido por su debilidad. También a nosotros nos pasa como a Pedro, Señor esto no me puede estar pasando, esta enfermedad, esta crisis, esta depresión, tristeza, dolor, abandono, ¿Por qué lo permites?. Que contradictorio, después que reconocemos su mesianismo lo echamos a la basura con estas dudas sobre la aceptación de su voluntad en nuestra vida, y decimos: "No quiero estar así", "no quiero pasar por esto", "no quiero, no quiero". ¡Apártate de mí satanás!. Aparta Señor esas ganas de querer no dar cumplimiento a tu voluntad en nuestra vida. Señor, me cuesta y mucho, intento entender, ¿será por eso? Porque quiero entender con la cabeza lo que he de aceptar con la confianza de que es lo mejor para mí. Deja ya de decirle a Dios lo que no quieres, hay un versículo que me gusta mucho: "Dios dispone todas las cosas para el bien de quién le ama" Rom 8,28 Feliz día y sácate una "A" en aceptar la voluntad de Dios.

No hay comentarios:

Publicar un comentario