9 de agosto de 2014
Ahondar las raíces 31.07.14
Lectura:
Jeremías: 18, 1-6
Como está el barro en las manos del alfarero, así ustedes están en mis manos.
Esto es lo que el Señor me dijo: "Jeremías, ve a la casa del alfarero y ahí te haré oír mis palabras".
Fui, pues, a la casa del alfarero y lo hallé trabajando en su torno. Cuando se le estropeaba la vasija que estaba modelando, volvía a hacer otra con el mismo barro, como mejor le parecía.
Entonces el Señor me dijo: "¿Acaso no puedo hacer yo con ustedes, casa de Israel, lo mismo que hace este alfarero? Como está el barro en las manos del alfarero, así ustedes, casa de Israel, están en mis manos".
Reflexión:
Hoy me levanté pensando en un libro cuyo título es: Ahondar las raíces extender las ramas.
El libro hace mención e invita a adentrarse en el ser, en el interior para buscar esas heridas que a veces nos atan porque aún no las hemos sanado, con la lectura del texto me identifico porque nuestra vida es cómo esa vasija del alfarero, puede sufrir grietas, heridas y muchas veces no sabemos cómo salir de ellas, pienso que solo resolvemos ese problema cuando nos adentramos dentro de nosotros, el sufrimiento actual puede ser solo la punta del iceberg, lo que estás viendo en este momento. Es preciso ahondar las raíces y llegar al fondo del problema verdadero, en ti puede que hayan otras heridas que están desembocando en la herida que estás percibiendo ahorita, entra más a fondo y verás que lo que descubres es maravilloso hay carencias afectivas en ti que pueden estar creando dependencia hacia personas, tú dices yo no tengo apego a nada, yo te preguntó: ¿En qué cosas, en quién esta puesta tú felicidad?. Sí tú felicidad depende de un algo o un alguien entonces estas en la presencia de un apego.
¿Recuerdas el trabajador del campo y el comerciante de la lectura de ayer?, se despojaron de todo, no existía apego a nada ni a nadie, lo dejaron todo por el tesoro
encontrado.
Atrévete a jorungar heridas que sabes que tienes dentro y simplemente le has puesto una curita pero debajo de ella siguen estando. Preséntalas a tú alfarero para que rompa con ellas, con lo viejo y te haga de nuevo. Te pido que no te rindas sigue buscando dentro de ti y saca todo lo que tengas por dentro no te quedes con nada,
la respuesta a todo lo que te pasa la tienes dentro de ti. Seguro estás pensando donde consigo ese libro. El libro no es lo importante las respuestas no están en él. Están en ti. Pero sí gustas y tienes la disposición hay un ejercicio que recuerdo claramente de ese libro. El ejercicio era:
1. Busca a una persona de confianza que esté dispuesta a escucharte solamente.
2. Comienza a contar la historia de tú vida desde tú concepción y nacimiento hasta la fecha.
3. No olvides detalles, todo lo que recuerdes momentos malos, buenos, de dolor, de alegría, recuerdos de niño, de adolescente, de adulto. Eso te dará luces y sombras en tú vida, es preciso identificar las sombras que hay en ti para así poder iluminarlas. ¿Quién las ilumina?, pues Jesús dijo: "Yo soy la luz del mundo", quién más que él para hacerlo, solo ten cuidado e identifica de qué manera Dios te está ayudando.
No seas cómo el tipo del cuento de la inundación: Hubo una vez una lluvia muy fuerte, que produjo una inundación en un pueblo, muchos lugareños para protegerse se subieron a los techos de la casa.
Un hombre que se subió al techo oraba y pedía a Dios con fe para que le salvara.
A las pocas horas pasaron unos lugareños en una balsa que construyeron y le dijeron: ven, súbete, él dijo: no, Dios me salvará.
Luego horas más tarde aparecieron unos rescatistas en una lancha, le dijeron: ven súbete, el respondió: no, Dios me salvará.
Luego horas más tarde aparecieron otros ayudantes en un helicóptero el agua casi cubría el techo, le insistieron sube, súbete, súbete y volvió a responder: no, Dios me salvará.
¿Y adivina que pasó? Se murió y llegó al cielo y le dijo a Dios muy molesto:
¿Por qué no me salvaste ?. Dios le dijo: tú lo que estas es loco chico, te mandé una balsa, luego una lancha, luego un helicóptero. ¿Qué querías tú? Allí estuvo mi ayuda y tú no la quisiste.
No caigamos en esa necedad.
Cómo está el barro en manos del alfarero, así está nuestra vida en sus manos. Dios te ayudará solo es preciso estar atentos, la ayuda viene de donde menos pensamos.
Feliz día, que tú alfarero rompa tu vasija deteriorada y haga una nueva.
Para los que quieran buscar el libro esta es la portada:
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