9 de agosto de 2014

Gravemente herido 29.07.14

Lectura: Jeremías: 14,17-22 Acuérdate, Señor, de tu alianza con nosotros y no la quebrantes. Que mis ojos lloren sin cesar de día y de noche, porque la capital de mi pueblo está afligida por un gran desastre, por una herida gravísima. Si salgo al campo, encuentro gente muerta por la espada; si entro en la ciudad, hallo gente que se muere de hambre. Hasta los profetas y los sacerdotes andan errantes por el país y no saben qué hacer. ¿Acaso has rechazado, Señor, a Judá? ¿O te has cansado ya de Sión? ¿Por qué nos has herido tan gravemente, que ya no tenemos remedio? Esperábamos tranquilidad y sólo hay perturbación; esperábamos la curación y sólo encontramos miedo. Reconocemos, Señor, nuestras maldades y las culpas de nuestros padres; hemos pecado contra ti. Por ser tú quién eres, no nos rechaces; no deshonres el trono de tu gloria. Acuérdate, Señor, de tu alianza con nosotros y no la quebrantes. ¿Acaso los ídolos de los paganos pueden hacer llover? ¿Acaso los cielos, por sí solos, pueden darnos la lluvia? Tú solo, Señor y Dios nuestro, haces todas estas cosas, por eso en ti tenemos puesta nuestra esperanza. Reflexión: Un clamor:"¿Por qué nos has herido tan gravemente es que ya no tenemos remedio?" Judá, Sión, tú, yo. Cuando pienso en el dolor de esos pueblos, cuando pienso en tú dolor o en el mío, cualquiera que sea lo que en este momento te tenga tranquilo, perturbado, aporreado, al punto tal vez de sentirte abandonado por Dios y porque no por los que están a tú alrededor, que sin querer pueden no darse cuenta de lo que te sucede. Todo eso me recuerda cuando de niña veía que algunos pajaritos caían al suelo porque estaban golpeados y mal heridos, la acción inmediata era cogerlos , los metía dentro de una cajita de zapatos para intentar curarlos, alguno que otro se curó, muchos otros solo duraban unas horas más, hubo uno una vez que se recuperó y al soltarlo vino un gato y se lo comió, en fin a dónde quiero llegar es que en nuestra vida muchas son las heridas sufridas y con muchas de ellas tenemos que cargar lo importante aquí es reconocer esa debilidad, mostrarse transparente ante Dios, no ocultándole nada, aunque para Él nada hay oculto, ser transparente es abrirse por completo y mostrar todas tus heridas, con todo tus lastres, como el pajarito mal herido, para que Él te cure, Dios no se resiste a esa actitud. No eres reprochable ante Él. Muchos caemos en el error de mantenernos fuertes en los momentos de dolor y sufrimiento, sentir no es ser débil al contrario la palabra de Dios nos recuerda: "Bástate mi gracia porque mi poder se hace grande en tú debilidad". ¿Contradictorio no? Cuando soy débil entonces soy fuerte, no te dejes comer por ese gato que es el pensamiento de que ser fuerte es no mostrarse vulnerable, ni mostrar el lado flaco y nuestras heridas. Aquel que es transparente se muestra con todo lo que es, hasta con su lado débil y esa actitud humilde lo hace grande ante Dios. No tengas miedo de abrir la puerta y presentar tus heridas delante de Dios, Él espera para sanarte. Reconozco Señor lo que he hecho, no me rechaces, en ti he puesto mi esperanza. Feliz día y sé transparente con tus heridas delante de Dios.

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