9 de agosto de 2014
Nos dará la lluvia 22.07.14
Lectura: Salmo 84, 9-14
Voy a escuchar lo que dice Dios: el Señor ha prometido bienestar a su pueblo, y a sus amigos, que confían nuevamente en él.
La salvación ya está cerca de sus fieles, y su Gloria habitará en nuestra tierra. El amor y la verdad se dan cita, la justicia y la paz se besan; la verdad brota de la tierra, la justicia se asoma desde el cielo.
Con una orden el Señor nos dará la lluvia, y nuestra tierra nos dará su cosecha.
La justicia caminará delante de él, la paz seguirá sus pasos.
Reflexión:
Más que una reflexión hoy acerquémonos a este Salmo que nos abre a todo tipo de espera y esperanza, hasta que llegué el gran día de la manifestación de nuestro salvador.
Señor a los que confían en ti prometes cosas maravillosas. La verdad, el amor, la justicia y la paz tienen lugar cuando tú reino está presente, mucho de eso Señor hoy le hace falta a mi vida, a mi familia, a mi país.
Veo tantas situaciones difíciles a mí alrededor, me siento impotente ante su ocurrencia, pareciera que nada puede hacerse, las manos son limitadas. Me agoto en el andar, oro a ti con insistencia, cambia esta realidad tan realista, que asusta, muchas personas con cruces pesadas, y la luz parece nunca llegar para ellas.
Señor, solo él que confía y se mantiene unido a ti puede mantenerse en pie. Tú promesa: " Nos dará la lluvia y nuestra tierra nos dará su cosecha”.
La tierra seca se cuartea y en su aridez nada crece, toma Señor la aridez en la que estoy, producto de las injusticias que veo a diario, de la agresión y falta de amor de las personas hacia los demás, de los problemas que me agobian en la familia, de la mentira de las que muchos se valen para obtener lo que quieren, de aquellos que viven en conflicto y los propician porque la paz parece estorbarles. Señor toma toda esa aridez y manda tú lluvia de amor para empaparla. Esta tierra, mi país, mi familia, mi vida necesita refrescarse para dar la cosecha de paz, amor y justicia que tanto necesita este mundo.
Señor aunque estemos secos y agrietados no dejes de llover sobre nuestras vidas.
Feliz y santo día, y que jamás escampe en nuestras vidas la lluvia del amor de Dios.
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