23 de marzo de 2015
Guarda silencio 06.03.15
Lectura del libro del Génesis (37,3-4.12-13a.17b-28):
José era el preferido de Israel, porque le había nacido en la vejez, y le hizo una túnica con mangas. Al ver sus hermanos que su padre lo prefería a los demás, empezaron a odiarlo y le negaban el saludo. Sus hermanos trashumaron a Siquén con los rebaños de su padre.
Israel dijo a José: «Tus hermanos deben estar con los rebaños en Siquén; ven, que te voy a mandar donde están ellos.» José fue tras sus hermanos y los encontró en Dotán. Ellos lo vieron desde lejos. Antes de que se acercara, maquinaron su muerte.
Se decían unos a otros: «Ahí viene el de los sueños. Vamos a matarlo y a echarlo en un aljibe; luego diremos que una fiera lo ha devorado; veremos en que paran sus sueños.»
Oyó esto Rubén, e intentando salvarlo de sus manos, dijo: «No le quitemos la vida.»
Y añadió: «No derraméis sangre; echadlo en este aljibe, aquí en la estepa; pero no pongáis las manos en él.» Lo decía para librarlo de sus manos y devolverlo a su padre. Cuando llegó José al lugar donde estaban sus hermanos, lo sujetaron, le quitaron la túnica con mangas, lo cogieron y lo echaron en un pozo vacío, sin agua. Y se sentaron a comer. Levantando la vista, vieron una caravana de ismaelitas que transportaban en camellos goma, bálsamo y resina de Galaad a Egipto. Judá, propuso a sus hermanos: «¿Qué sacaremos con matar a nuestro hermano y con tapar su sangre? Vamos a venderlo a los ismaelitas y no pondremos nuestras manos en él, que al fin es hermano nuestro y carne nuestra.»
Los hermanos aceptaron. Al pasar unos comerciantes madianitas, tiraron de su hermano, lo sacaron del pozo y se lo vendieron a los ismaelitas por veinte monedas. Estos se llevaron a José a Egipto.
Reflexión: Me disculpan por estar ausente durante toda la semana digamos que mi ausencia tiene una mezcla de ocupaciones y también porque no decirlo un poco de desánimo, por aquello de que a veces no tenemos lo que queremos, pasan cosas que no entendemos y nos duelen y hacen que caigamos en el preguntarle a Dios el ¿por qué? y no el ¿para qué?. Algo de eso he vivido durante esta semana pero hoy todo se confabula para que vuelva a compartir con ustedes nuevamente estas humildes líneas, primero mi hermana me pregunta: ¿Estas de huelga que no has escrito las reflexiones?, segundo una amiga me manda un mensajito de reflexión que tenía lo siguiente: quiero ayunar más de mi mismo y de mis cosas, Señor, ¿De qué quieres que me desprenda hoy?, y tercero otra buena amiga me envía el siguiente versículo: Guarda silencio ante el Señor; espera con paciencia a que él te ayude. Salmo 37,7. Esas tres intervenciones bastaron para que reaccionara y dijera, basta de huelgas, hoy haré ayuno de mi desánimo, y guardaré silencio ante todo esto que me pasa para dejar que Dios actué. Seguramente a nuestro protagonista del texto de hoy le pudo haber pasado lo mismo, imagínense ser traicionado y vendido por sus propios hermanos, inclusive pensaron en matarlo, había mucha envidia, lo odiaban al punto de que no les importaba que fuera su hermano para procurarle daño. José fue vendido como esclavo y se lo llevaron a Egipto, en un día pierde su libertad y es sacado de su país y aislado de su gente, debió sentirse muy mal al ver las acciones de sus hermanos contra el, es posible que en ese momento no hubiese tenido claro porque aquello le estaba sucediendo a él, pero hay alguien que si sabía perfectamente el ¿para qué?, más adelante la historia narra que José es la salvación de sus hermanos, que el haberse ido a vivir a Egipto le trajo bienestar luego de haber pasado varias pruebas llega a ser la mano derecha del Faraón y lo ponen de administrador de los bienes en un tiempo de hambruna, donde las personas de todos los pueblos aledaños van a buscar comida, entre ellos sus hermanos, y José en aquel momento los asiste y se da cuenta del para qué tuvo que pasar todo lo que le aconteció en su vida. Así pues si en este momento estas pasando por alguna prueba en la que no entiendes el por qué y te sientes derrotado, desanimado, sin fuerzas, yo te invito a que guardes silencio y dejes de preguntarle y reprocharle a Dios y espera con paciencia a que él te ayude a entender el para qué te sucedió lo que sea que haya sucedido, ayuna de tu desanimo el día de hoy, deja de lado la tristeza, solo por hoy, sé feliz y confía que todo va a estar bien, Dios te lleva de la mano.
Feliz día, guarda silencio y espera.
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