23 de marzo de 2015
El té de jengibre 25.02.15
Lectura de la profecía de Jonás (3,1-10):
Vino la palabra del Señor sobre Jonás: «Levántate y vete a Nínive, la gran ciudad, y predícale el mensaje que te digo.»
Se levantó Jonás y fue a Nínive, como mandó el Señor. Nínive era una gran ciudad, tres días hacían falta para recorrerla. Comenzó Jonás a entrar por la ciudad y caminó durante un día, proclamando: «¡Dentro de cuarenta días Nínive será destruida!»
Creyeron en Dios los ninivitas; proclamaron el ayuno y se vistieron de saco, grandes y pequeños.
Llegó el mensaje al rey de Nínive; se levantó del trono, dejó el manto, se cubrió de saco, se sentó en el polvo y mandó al heraldo a proclamar en su nombre a Nínive: «Hombres y animales, vacas y ovejas, no prueben bocado, que no pasten ni beban; vístanse de saco hombres y animales; invoquen fervientemente a Dios, que se convierta cada cual de su mala vida y de la violencia de sus manos; quizá se arrepienta, se compadezca Dios, quizá cese el incendio de su ira, y no pereceremos.»
Y vio Dios sus obras, su conversión de la mala vida; se compadeció y se arrepintió Dios de la catástrofe con que había amenazado a Nínive, y no la ejecutó.
Reflexión: Un mensajero: Jonás profeta de Dios, un mensaje: ¡Dentro de cuarenta días Nínive será destruida!, unos destinatarios: Los ninivitas.
Este mensaje que fue a dar Jonás es directo y fuerte, me recuerda a un Té de jengibre que me dieron esta mañana para descongestionarme de una gripe que me aqueja. Estaba super fuerte y sentía que me ardía en la garganta por lo picoso de su sabor, pero sé que esa molestia es necesaria para luego traerme una mejoría. Así les paso a este pueblo ninivita basto un mensaje fuerte y que seguramente al escucharlo les pico dentro para reaccionar y dar un cambio a sus vidas.
Siguiendo con mis comentarios, me llama la atención de este texto que tres acciones bastaron para que la catástrofe que se avecinaba sobre la ciudad de Nínive no tuviera lugar.
1. El profeta se “levantó” y fue a predicar el mensaje que Dios le había dicho, recordemos que Jonás antes de hacer esto paso tres días dentro del vientre de una ballena, ese tiempo le sirvió para darse cuenta que no podía evadir la orden que le había dado Dios. El rey de Nínive también se levantó y reaccionó, sabía que no podía quedarse de brazos cruzados y fue así como dio el heraldo que les procuró la salvación. Ahora vamos con nosotros, ¿Estamos achantados y pasivos en esto de dar a conocer el mensaje de Dios?, ¿Me preocupo cuando veo que el mundo está tomando un rumbo indebido y reacciono para señalar lo que no está correcto?, ¿Cuál es mi aporte a la sociedad para que las cosas vayan mejor en mi país?
2. “Creyeron” en Dios los ninivitas, se vistieron de sayal y proclamaron ayuno. Basto este mensaje tan corto donde se vieron al borde de la muerte si la ciudad era destruida para que reaccionaran y tomaran cartas en el asunto. Suele suceder así también con nosotros, a veces esperamos darnos un golpe para transformar y cambiar nuestra vida, que bueno fuera que no esperáramos a que nos suceda algo grave para comenzar a creer y confiar en Dios.
3. Y vio Dios sus obras, su “conversión” de la mala vida. Como seres humanos somos débiles y tendemos a caer muy fácil en las seducciones que nos presenta el mundo, avaricia, vanidad, envidia, odio, intolerancia, desinterés, corrupción, autosuficiencia, vida sin fe, incomprensión, falta de caridad, peleas, desamor, ingratitud, y muchos otros, que poco a poco van llenando nuestro diario vivir y se vuelven tan comunes que no nos damos cuenta de que están allí y que lo hacemos sin pensar. Pensemos pues ¿De cuáles acciones que hago cotidianamente debo yo convertirme y cambiar ?.
Es propicio pensar y revisar todos los aspectos de nuestra vida en este tiempo de Cuaresma, creer y cambiarlos, nunca es tarde, no esperemos a darnos el porrazo para reaccionar y más bien seamos nosotros los instrumentos para que otros reaccionen.
Feliz día, sé cómo el jengibre, que es picoso pero da mejoría.
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