15 de febrero de 2014

Minutos de Reflexión 05/02/2014

Lectura: Del salmo 31 Perdona, Señor, nuestros pecados. Dichoso aquel que ha sido absuelto de su culpa y su pecado. Dichoso aquel en el que Dios no encuentra ni delito ni engaño. Ante el Señor reconocí mi culpa, no oculté mi pecado. Te confesé, Señor, mi gran delito y tú me has perdonado. Por eso, en el momento de la angustia, que todo fiel te invoque, y no lo alcanzarán las grandes aguas, aunque éstas se desborden. Te instruirè, te señalarè el camino que debes seguir te aconsejarè, con mis ojos puestos en ti. No sean como caballos o mulos, irracionales, cuyo brìo hay que domar con freno y brida, sólo asì puedes acercarte. Reflexión: Este salmo es de un pecador como nosotros, que conoce el sufrimiento percibido como castigo, que reacciona con el silencio o con la queja, que decide no encubrir el delito, sino confesarlo ante Dios, que vive la dicha de ser perdonado. (tomado del comentario, Biblia del peregrino). Muchas veces nos obstinamos en seguir en el silencio al que nos lleva el pecado, estamos mal y lo sabemos, pero callamos, ¿Seres racionales o irracionales? Los caballos o mulos, son irracionales, es decir, no razonan, ¿y nosotros?, estamos concientes de lo que hacemos? O hemos dejado de razonar. Cada ser humano tiene conciencia del bien y el mal, por lo tanto puede juzgar sus propias acciones, mas no se trata de saber que hice mal, sino de reconocer la culpa y confesarla. "Un corazón contrito Dios no lo desprecia", sino que lo acoge, entierra el pecado y perdona al pecador. Este salmo es para los que de verdad digan: "Yo pecador, me confieso ante Dios"

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