25 de febrero de 2014
Creo Señor pero aumenta mi Fe. 24.02.14
Lectura:
San Marcos: 9, 14-29
Creo, Señor, pero dame tú la fe que me falta.
En aquel tiempo, cuando Jesús bajó del monte y llegó al sitio donde estaban sus discípulos, vio que mucha gente los rodeaba y que algunos escribas discutían con ellos. Cuando la gente vio a Jesús, se impresionó mucho y corrió a saludarlo.
Él les preguntó: "¿De qué están discutiendo?" De entre la gente, uno le contestó: "Maestro, te he traído a mi hijo, que tiene un espíritu que no lo deja hablar; cada vez que se apodera de él, lo tira al suelo y el muchacho echa espumarajos, rechina los dientes y se queda tieso. Les he pedido a tus discípulos que lo expulsen, pero no han podido". Jesús les contestó: "¡Gente incrédula! ¿Hasta cuándo tendré que estar con ustedes? ¿Hasta cuándo tendré que soportarlos? Tráiganme al muchacho". Y se lo trajeron. En cuanto el espíritu vio a Jesús, se puso a retorcer al muchacho; lo derribó por tierra y lo revolcó, haciéndolo echar espumarajos. Jesús le preguntó al padre: "¿Cuánto tiempo hace que le pasa esto?" Contestó el padre: "Desde pequeño. Y muchas veces lo ha arrojado al fuego y al agua para acabar con él. Por eso, si algo puedes, ten compasión de nosotros y ayúdanos".
Jesús le replicó: "¿Qué quiere decir eso de 'si puedes'? Todo es posible para el que tiene fe". Entonces el padre del muchacho exclamó entre lágrimas: "Creo, Señor; pero dame tú la fe que me falta". Jesús, al ver que la gente acudía corriendo, reprendió al espíritu inmundo, diciéndole: "Espíritu mudo y sordo, yo te lo mando: Sal de él y no vuelvas a entrar en él". Entre gritos y convulsiones violentas salió el espíritu. El muchacho se quedó como muerto, de modo que la mayoría decía que estaba muerto. Pero Jesús lo tomó de la mano, lo levantó y el muchacho se puso de pie. Al entrar en una casa con sus discípulos, éstos le preguntaron a Jesús en privado: "¿Por qué nosotros no pudimos expulsarlo?" Él les respondió: "Esta clase de demonios no sale sino a fuerza de oración y de ayuno".
Reflexión: En esta oportunidad el Evangelio de Marcos, nos trae la sanación de un niño epiléptico, vemos la intervención, de los discípulos y el padre del muchacho, además de la de Jesús. Los discípulos que intentan sanar al chico sin resultado satisfactorio, y el hombre desesperado, necesitado, esperanzado pero a la vez dudoso que acude a Jesùs diciendo: "Si puedes hacer algo, ten piedad de nosotros y ayùdanos".
¿Estaremos nosotros cómo este hombre? dudosos de la acción de Dios, creemos con la cabeza solamente pero hay incertidumbre, realmente Dios tendrá el poder de sacarme de este hueco?, será que podrè salir?, acabará esto algùn día?, cuántas veces hemos cuestionado el poder de Dios.
Jesùs, que siempre las capta super rápido y nos pica adelante, nos réplica: ¿cómo es eso? de "¿Què si puedo?, todo es posible para el que tiene fe". Como queriendo dar a entender, Yo tengo el poder para sacarte de ahì, tù eres el que no tiene fe, o estas dudando de ello.
El padre del muchacho reconoce su debilidad: "Creo, pero ayuda mi falta de fe". Nosotros tambièn podemos exclamar, Señor, me hace falta tu ayuda para que mi fe se fortalezca.
El muchacho fue curado y nosotros también podemos recibir de Dios segùn nuestra fe.
Además de la fe esta la oración, Jesús aclara a sus discípulos:
"Esta especie de demonios sale a fuerza de ayuno y oración". Es decir no basta la fe sino además la oración es primordial, asì que si hay algo que deseamos que suceda, es necesario orar fervientemente por ello. Si quieres que se resuelva tu problema, salir de ese hueco, que las cosas mejoren en tu familia, trabajo o paìs, pide a Dios con fe sin titubeos, ora a tiempo y a destiempo, que Dios te dirá: ¿Què si puedo?, claro que si, sobra'o y con ñapa.
Feliz día, Dios puede con eso y más.
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