4 de enero de 2011

La oruga que quería alas

Dos orugas vivían con su padre bajo la sombra de una retama. Las oruguitas trabajaban duramente para ganarse la vida, pero una de ellas la menor anhelaba tener alas para poder viajar al país de las mariposas.
El Papá oruga le decía: no te angusties, ya pronto llegará el día en que lo que sueñas se haga realidad.
Pasado el tiempo la oruga mayor obtuvo sus alas y fue a mostrárselas a la oruga menor, esta le preguntó: ¿cómo es que las has obtenido?
La oruga mayor le susurro al oído ha sido nuestro padre quien me ha dado el secreto. Y dicho esto voló lejos de allí.
La oruga menor sintió mucha indignación pues su padre había sido injusto, por darle alas sólo a su hermana y a ella no.
Fue entonces delante de su padre y le dijo: exijo que me des un par de alas a mí pues yo también soy tu hija. No puedo querida hija porque lo que anhelas esta dentro de ti.
La oruguita le pareció una burla aquellas palabras de su padre pues como era posible que le dijera que lo que ella tanto quería que eran sus alas estaban dentro de ella.  Lloró pues amargamente.
Y al día siguiente decidió marcharse. Y le dijo a su padre: si tú no me puedes dar lo que quiero entonces saldré a buscarlo. Y así fue como la oruga menor emprendió la búsqueda.
Anduvo viajando de lugar en lugar ponía su mejor esfuerzo cada día en esa búsqueda; no se rendía pero todo parecía en vano, pues nadie era capaz de darle unas alas.  Se encontraba exhausta y derrotada.  De pronto una voz conocida le dirigió la palabra:

- ¡Hermana! ¿Qué haces por aquí? Era  la oruga mayor.

-  Respondió con voz refunfuñona; la oruga menor: vine a buscar mis alas.

- Pero no te dije que ha sido nuestro padre quien me las ha dado dijo pues la oruga mayor. Ve y pídele tú el secreto.

- Ya me lo ha dicho pero sinceramente creo que se burla de mí, dijo la oruguita menor toda decepcionada.

- La oruga mayor tocándole el hombro le dice: debes escuchar lo que el té dice pues Él siempre tiene razón y dicho esto voló nuevamente.

La oruguita continuó su camino pensando en aquellas palabras que había dicho su padre, pero le parecían absurdas, ¿era posible que las alas que ella tanto anhelaba estuviesen dentro de ella?
Cayó pues la noche y la oruga sintió frío, un frío que helaba la piel y sentía que ya ese era su fin. Esa noche deseo tanto tener sus alas que lloró y lloró incansablemente.
Fue cubriéndose del frío con una especie de seda que había fabricado, entonces pensó para si misma ya todo esta perdido me envolveré en mi misma y moriré sin remedio.

Pasaron pues 20 días y la oruga parecía estar muerta dentro de su capullo, ya hacía ella en un letargo casi inerte, lo que ella no sabía es que esa etapa de muerte era necesaria para lo que vendría a continuación.
Al finalizar el atardecer del día 20 la oruga sintió deseos de salir de su letargo y rompiendo el capullo;  cual fue su gran sorpresa que se había convertido en bella mariposa, las alas que tanto había deseado siempre habían estado con ella y en ese sueño de muerte emergieron para transformarla en tan hermosa creatura.

Había alcanzado por fin la oruga su sueño de tener alas y así aquella noche voló y no sintió miedo jamás porque recordó las palabras de su padre que le decía: “lo que anhelas esta dentro de ti” supo entonces que todo lo que quería lo lograría si buscaba dentro de si misma.

En la vida a veces somos como la oruga menor, siempre en una constante búsqueda que nos parece interminable y que no nos lleva a ningún lado y en ese caminar  dejamos de lado la voz de Dios, la voz del Padre que nos ama; y entonces empezamos a andar solos, por nuestra cuenta, pensando que haciendo las cosas por nuestros propios medios obtendremos lo que tanto anhelamos, pensamos que es injusto que a otros les lleguen tan fácil las cosas y a nosotros no,  y hoy te recuerdo que lamentablemente sin Dios nada somos y traigo ante ti estas palabras que son una promesa para todo aquel que se deleita y sigue los consejos del Padre:

Deléitate en el Señor, y el concederá los deseos de tu corazón.”

No dejemos pues de lado la voz del Padre, antes bien deleitémonos en Él y en su palabra que de seguro el se encarga de construir aquello que anhelamos. Antes de aventurarte a andar solo piensa mejor que de la mano del Padre vamos en la dirección correcta.

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