(Leer antes Capítulo 1 del libro de Job)
Job era un hombre justo y honrado, religioso y apartado del mal, a pesar de que no era israelita era un hombre temeroso de Dios. Job vivía en Us una ciudad que se cree se encontraba en la región de Edom, es decir que Job era descendiente de los edomitas los cuales eran enemigos de Israel. Los Edomitas eran de la tribu de Esaú y su enemistad con el pueblo de Israel se debía a que Jacob (quién fue llamado luego Israel) le robó la bendición a Esaú, bendición que le correspondía a Esaú por ser primogénito. Nos encontramos entonces ante una historia en la cuál Dios se vale de un extranjero y enemigo; Job, para enfrentar las convicciones arraigadas de los Israelitas.
Sin duda alguna la práctica del justo Job era agradable a Dios, me impresiona el hecho de que Dios estaba seguro de lo que era Job por eso se permite decir a Satán: ”Haz lo que quieras con sus cosas…” he allí cuando comienza el sufrimiento de Job al perder todo lo que tenía, casa, hijos, animales e inclusive su salud. Dios conoce el corazón desinteresado de Job por eso permite que Satán toque las cosas de este buen hombre, sin embargo cuida de el al decir: “pero a el no lo toques…” ciertamente esta situación pudiera parecernos un poco injusta pues lo que está en juego es la vida de un hombre, se torna pues un ambiente de apuesta donde Dios apuesta por un hombre confiado en la lealtad de su corazón y por otro lado Satán se aferra a la desconfianza y a la infidelidad que caracteriza al hombre y da por hecha su victoria. Toda la hipótesis de Satán se viene abajo con las palabras pronunciadas por Job al decir: “El Señor me lo dio, el Señor me lo quitó: ¡Bendito sea el nombre del Señor!”
Heroicas y valientes palabras realmente como diría un buen amigo mío este hombre era un Guerrero, ¿Quién en su sano juicio pasando por todas estas tribulaciones al menos una vez no eleva una queja a Dios en lugar de una alabanza?, no niego que haya sus excepciones pero en la gran mayoría de nosotros es muy común escuchar ¿Por qué a mí? Las cosas no tienen el mismo sabor cuando están revueltas, que difícil se hace identificar lo dulce en las situaciones amargas de nuestra vida y más aún abrir nuestros labios para reconocer que todo lo que tenemos se lo debemos a Dios, reconocer que toda buena dádiva desciende de lo alto y así como se nos ha dado ¿por qué no nos podría ser quitada? Dios conocía el corazón y los sentimientos de Job para con Él, Dios no necesitaba probar a Job sin embargo permite que sobrevenga la prueba y esta confiado y tranquilo por la pureza que hay en el corazón de aquel justo llamado Job. Ahora también Dios conoce nuestro corazón y pudiéramos pensar en lo que Él desea escuchar de nuestros labios en esos momentos de prueba, ¿son entonces nuestros sufrimientos una prueba de resistencia o más bien una prueba de Amor a Dios? La respuesta está en tus labios y recuerda que antes de ser pronunciada ya Dios la ha visto en tu corazón.
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