Quisiera comenzar esta vez citando un dicho popular que dice: “Cada cabeza es un mundo y cada hueco es un zanjón” ciertamente; cada uno de nosotros somos seres humanos muy distintos; y es que nuestro Dios; Padre Creador, es un artista en eso de la diversidad, para Él resulta un deleite crear siempre piezas originales y distintas, hago especial énfasis en esta última frase, puesto que eso de ser distintos siempre trae un poco de molestia, ya que no hay una cosa que se nos haga más difícil; que lograr poner de acuerdo a un grupo de personas y mucho menos que se comprendan entre sí; es allí cuando se arma la buena.
Suele suceder que a menudo nos encontramos en medio de estas situaciones donde las posiciones y opiniones diversas están a la orden del día. ¿Qué hacer cuando estas como jamón en el sándwich? Es decir en el mero centro. Sabiendo que todas las partes tienen su pedacito de razón en lo que exponen. Creo que una de las primeras cosas que debemos hacer es escuchar con detenimiento y con el corazón, viendo a todos los puntos; seguidamente situarse en los zapatos de cada uno; para darte cuenta de lo que sucede de lado y lado y poder comprender y solidarizarte con todos sin hacer juicios y mucho menos situarte 100% en una de las posiciones, es así como entra en juego la actitud del puente y el muro, para ser un poco más clara con esto, defino lo que para mí representa cada una de ellas:
- Actitud puente: Es aquella persona que busca en todo momento ser mediador y no atizador del fuego, la que genera los cambios que espera ver en los otros sin esperar que sean los demás los que den el primer paso, la que piensa que tal vez el otro necesita saber lo que yo siento y lo que tengo que decirle pero sin necesidad de alzar la voz ni mucho menos herirle, la que antes de emitir un veredicto se pone en los zapatos, tacones, chancletas, botas y alpargatas de los demás porque para ella es importante tanto su posición como la de los demás. La que aparta su egoísmo para darle un espacio a la diversidad del otro.
- Actitud muro: Es aquella persona que se encierra en su carcaza dura y esconde lo bueno que puede dar por pensar que mostrar este lado lo hará lucir débil, o aquel que se deja vencer por el miedo y no dice las cosas pues para el es imposible llegar a un diálogo sincero sin que ocurra pues una tormenta; sin darse cuenta que en ocasiones el silencio es bueno pero el exceso de el puede resultar asfixiante, o al contrario aquellos que estallan como bomba y cuando logran llegar a la calma han desvastado todo a su paso, la persona que toma esta actitud es aquella donde la diversidad del otro choca y rebota o en algunos casos se quiebra sin remedio.
Pudiéramos pensar que la actitud del puente es la que debemos tener siempre que estemos en medio del sandwich y ¿Que pasaría si no estamos en el medio sino que somos uno de los polos? ¿Qué actitud es la que más nos conviene? ¿Aquella donde le doy un chance al otro o donde lo excluyo totalmente? Pues déjenme decirles que no necesitamos estar como el jamón en el sandwich para adoptar la posición que no solo me beneficie a mí sino que también sea buena para el otro.
Todos podemos ser puente, solo basta dar un doblez a nuestro orgullo y en ese doblez colocar la necesidad o la posición del otro, logrando así ser mediadores y agentes de cambio y no muros inmóviles y egoístas.
By: Johanna A. Jaimes P.
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