Regresaba de mi viaje y el bus en el cual venía estaba retrasado; razón por la cual comencé a preocuparme porque debía estar a tiempo en el trabajo ese día, definitivamente llegaría tarde y no podía hacer nada para remediarlo.
Me enoje entonces conmigo misma porque de una u otra forma estaba siendo irresponsable y es algo que no acostumbro hacer, me molestaba el hecho de el chofer anduviera como tortuga y de paso hiciera parada en todos lados, luego comencé a echarme la culpa por no haber tomado el bus más temprano; en fin comencé el juicio implacable contra mi misma, las acusaciones fueron aún mas fuertes cuando al llegar a mi trabajo mi jefa comienza hablarnos a todos de la responsabilidad y la puntualidad realmente ese era el argumento que faltaba para dar el veredicto final. Mi molestia por lo ocurrido pronto se hizo notoria entre las personas con las que a diario suelo compartir; tanto que una de ellas me dijo: ¡No te enganches! Ya paso y no puedes cambiarlo. Aunque en el momento el enojo me hizo ignorar sus palabras más tarde me di cuenta que ella tenía razón, pues a menudo suelen sucedernos cosas que escapan de nuestras manos, sobre las cuáles no tenemos ningún control, y esto es algo que a muchos nos incomoda ya que la mayoría de las veces queremos tener el control de todo lo que acontece en nuestras vidas, planificamos cada minuto y cada segundo y si algo hace que nos salgamos de esa línea es motivo de insatisfacción, enojo y en algunos casos frustración, sin darnos cuenta que nada ocurre sin tener alguna razón, lo más seguro es que lo que te este sucediendo en estos momentos aunque lo veas un tanto desviado de tus planes a la larga te traiga algo bueno, por lo que debemos enfrentar lo que ocurre y dejarlo pasar, ya después Dios se encargará de sacar lo mejor de esa situación. No dejes que pequeños inconvenientes o inclusive personas te enganchen y te dejen colgado en un pensar lapidario que no te lleva a ninguna parte, si la solución no esta a tu alcance déjala en manos de Dios y si consideras que estaba a tu alcance y no hiciste nada; no importa forma parte de tu aprendizaje y ya estarás listo para la próxima, si crees que puedes solucionarlo recuerda pedir a Dios la sabiduría aún en las pequeñas cosas necesitamos de ella, recuerda siempre que:
“Todas las cosas redundan en bien de los que aman a Dios”. Rom 8, 28
De modo que se puede sacar buen fruto de cualquier situación sea la que sea, esta reflexión es muestra de ello. Y ya sabes ¡No te enganches! Ni te dejes enganchar al contrario ¡Dale guaya*! Es decir sigue adelante.
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