21 de marzo de 2014
Oasís o desierto. 20.03.14
Lectura:
Jeremías: 17, 5-10
Maldito el que confía en el hombre; bendito el que confía en el Señor.
Esto dice el Señor: "Maldito el hombre que confía en el hombre, que en él pone su fuerza y aparta del Señor su corazón. Será como un cardo en la estepa, que nunca disfrutará de la lluvia. Vivirá en la aridez del desierto, en una tierra salobre e inhabitable.
Bendito el hombre que confía en el Señor y en él pone su esperanza. Será como un árbol plantado junto al agua, que hunde en la corriente sus raíces; cuando llegue el calor, no lo sentirá y sus hojas se conservarán siempre verdes; en año de sequía no se marchitará ni dejará de dar frutos. El corazón del hombre es la cosa más traicionera y difícil de curar. ¿Quién lo podrá entender? Yo, el Señor, sondeo la mente y penetro el corazón, para dar a cada uno según sus acciones, según el fruto de sus obras".
Reflexión:
Dos lugares: el desierto y el oasis, el primero árido, seco, con vegetación escasa, inhabitable.
¿No estaremos en un desierto en este momento?
Áridos, con una Fe escasa y desnutrida que no se alimenta ni se humedece de la Palabra y cuyo fundamento es tan pobre que cualquier brisa fácilmente puede moverla, como la arena en el desierto.
Secos, con un vacío que es tan hondo que ni siquiera sabemos como llenarlo, buscamos llenarlo con deseos, placeres, cosas materiales, con logros,pero al final pareciera que echáramos todo en saco roto, nunca acaba de llenarse y la tristeza y depresión lo invaden.
De vegetación escasa, no damos frutos y lo poquito que damos no lo ponemos al servicio del otro, hay muchas cosas que podemos hacer por el otro y no movemos un dedo. Ejemplo: si sabes algo enséñalo, si eres médico trata con amabilidad a tu paciente, si hay alguièn triste anímalo, si alguien te pide porque tiene necesidad ayùdalo, si alguien siente miedo abrázalo, sino tiene carro dale la cola, en fin obras pequeñas pero que llenan.
Y cuando se esta en un desierto se anhela el oasis, que es el otro lugar que nos describe Jeremías, en ese todos queremos estar, y ¿què pasa que muchos no llegan, sino que se quedan varados en un desierto intransitable e inhóspito?
Confían en sus propias fuerzas y posibilidades sin transcender más allá, sin reconocer que lo que somos y poseemos viene de Dios, con esta actitud, ntra confianza se traslada a lo humano y pierde su carácter divino.
La limitamos, la reducimos a algo inferior, por lo tanto la agotamos y hacemos que cesè, pero si mantenemos la confianza en aquel que es fuente inagotable, difícilmente se irá a pique, por el contrario, se robustece, se reverdece y da frutos para todos, que agradan al buen Dios y que a la vida misma llenan.
Feliz tarde y que nuestra confianza este puesta no en hombres limitados sino en Dios que es inagotable.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario