19 de octubre de 2014
Siempre regresa 23.09.14
Lectura:
"Somos perseguidos pero nunca abandonados por Dios". 2 Co 4,9
Reflexión: Perseguidos y abandonados. Confieso que hoy no sentía inspiración para escribir pero creo que al final ella, la inspiración siempre regresa. No nos pertenece solo viene y va porque es libre.
Sigamos...
Perseguidos ¿por quién?, pues no se me ocurre más nada que decir que ser perseguidos por la tristeza que muchas veces nos arropa y se queda pegada a nosotros como si tratase de nuestra piel. Y déjenme decirles que no es así, la tristeza es solo un estado de ánimo, es finito, no tiene porque hacerse perenne en nuestras vidas.
Muchas son las situaciones que pueden traernos consigo sentimientos de tristeza, es bueno sentirla, pero no quedarse anclada en ella, las razones por las que muchas veces nos quedamos ahí detenidos es porque nos cuesta mirar más allá de lo que nos está pasando, no tenemos la visión y mucho menos pensamos que pueda venir algo mejor, y sino hay nada mejor entonces mejor me quedo llorando, cuando era pequeña recuerdo que cuando me caía, lloraba y luego me levantaba y seguía jugando, fácilmente podía pasar del llanto a la risa, me pregunto ahora: ¿No podría tener esa misma actitud ahora?, creo que sí, es solo cuestión de estar consciente que el dolor es algo momentáneo y que pronto pasara, "no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista", dicen por ahí, en atención a esto se hace imprescindible buscar siempre la salida, ir avanzando para no dejar que la tristeza se adhiera y se vuelva un estado permanente en nosotros. Es necesario pues entrar en contacto con la alegría que yace dentro de cada uno de nosotros, en estos días estuve leyendo un subsidio que emitió la conferencial episcopal de Venezuela para ser usado el próximo mes con motivo del mes de la Biblia, el cuál dice:
“Así como los árboles no empiezan su existencia por las ramas sino por la raíz, la alegría no nace de la voluntad ni de una declaración, sino que proviene de nuestro modo de estar en el mundo. No se trata de vivir para estar alegre, sino de sentirnos alegres por la vida que vamos eligiendo.
Cuando nos propongamos la alegría como un fin y salgamos a buscarla terminaremos casi siempre por encontrar dos de sus más pobres imitaciones. El placer y la diversión. El placer se agota una vez conseguido y pide ser renovado de inmediato. La diversión es una pompa de jabón: su estallido dura un segundo y luego no hay más.
La alegría, en cambio, sobreviene a lo vivido, a lo experimentado, incluso a lo padecido. No nos atrae como un anzuelo: es un perfume que emana de nuestro vivir.
El monje benedictino alemán Anselm Grün, lo dice de una manera sencilla “No es posible decretar la alegría. Ella es la expresión de una vida plena. No puedo ansiar la alegría por sí misma, pero sí puedo intentar vivir mi vida con todos los sentidos. Entonces tomaré contacto con la alegría que hace tiempo se encuentra en mí”.
Quiero pues terminar estas líneas diciéndome a mí misma y a ustedes. que si se puede ser feliz con lo que vamos viviendo aunque no sean tan grato lo que este aconteciendo en este momento.
Feliz día, no hay mal que dure cien años pero si hay alegría que pueda combatirlo. La inspiración y la Alegría siempre regresan.
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