19 de octubre de 2014
Pedir y darse 09.10.14
Lectura:
"Pidan y se les dará, busquen y encontrarán, llamen y se les abrirá, porque quien pide recibe, quien busca encuentra, a quien llama se le abrirá". Mt 7,7
Reflexión: Esta mañana cuando iba de camino al trabajo le envié un mensaje a una compañera a quién quiero mucho, le escribí para pedirle algo, decía así: “Buen día, ¿cómo estás? De casualidad no hay una arepita para mí”. Yo tenía mucha hambre y sé que ella muchas veces me lleva desayuno sin que yo se lo pida, no todo el tiempo pero si con gran frecuencia, y recordé que en algún momento me dijo, cuando quieras arepita me la pides temprano.
La respuesta a mi petición el día de hoy, fue: “Si, de casualidad si hay arepita, pasa por aquí cuando llegues”. Comprobadísimo entonces lo que dice la Palabra de Dios el día de hoy, muestra de ello la arepita que recibí y esta reflexión, ya que a petición de una lectora que me escribió para decir que volviera a escribir que ella lo necesitaba, pues entonces aquí estoy nuevamente.
Me llama la atención que siempre vivimos pidiéndole cosas a Dios, pero pienso en algo, si nosotros somos las manos de Dios en la tierra, y si todos nos dedicamos a pedir y no a dar, ¿Qué pobre o necesitado podrá recibir algo, si mis manos están abiertas para recibir y no para dar?. Actualmente me encuentro leyendo la encíclica del Papa Francisco: “La Evangelli Gaudium, La Alegría del Evangelio”. Y en su capítulo IV La Dimensión social de la Evangelización, expone claramente en su numeral 199, lo siguiente:
“Nuestro compromiso no consiste exclusivamente en acciones o en programas de promoción y asistencia; lo que el Espíritu moviliza no es un desborde activista, sino ante todo una atención puesta en el otro . Esta atención amante es el inicio de una verdadera preocupación por su persona, a partir de la cuál deseo buscar efectivamente su bien. Esto implica valorar al pobre en su bondad propia, con su forma de ser, con su cultura, con su modo de vivir la fe. El verdadero amor siempre es contemplativo, nos permite servir al otro no por necesidad o vanidad, sino porque él es bello, más allá de su apariencia: .”
El corazón de Dios siempre tiene preferencia por los pobres, y en ese preferirlos los favorece, nosotros somos favorecidos por Él, por el amor que nos tiene, pero la dimensión del Evangelio nos lleva más allá de solo sentirnos amados, sino también de amar al otro, y amar al prójimo implica darse a él, en la misma medida que me siento amado por Dios y recibo, en esa misma medida me dispongo a dar al otro, cabe destacar que pobre no es solo aquel que carece de cosas materiales, sino que carece de fe, de afecto, de atención, en fin todo aquel que en algún momento tenga necesidad de algo, hay mucha gente que necesita a nuestro alrededor, pero si nos enfocamos solo en pedir y recibir, difícilmente podremos identificar lo que el otro necesita para dárselo.
La invitación es pues a enfocar nuestro mayor esfuerzo en ayudar a Dios en esa acción de dar al que pide, si está en nuestras manos, seamos pues el instrumento que Dios use para dar al otro y demostrarle su grandeza y amor, y no nos preocupemos tanto por lo que hemos de recibir pues seguramente Dios dispondrá de otro instrumento para hacernos llegar lo que nos hace falta, como la arepita pues que llega con frecuencia, pidiéndola yo o no.
Feliz y Santo día para ti, pide pero también da.
Dedicado en especial a aquella que siempre con cariño me trae mi arepita.
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