21 de octubre de 2014
Siempre listos 21.10.14
Lectura: San Lucas: 12, 35-38
“Dichosos aquellos a quienes su señor, al llegar, encuentre en vela”.
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Estén listos, con la túnica puesta y las lámparas encendidas. Sean semejantes a los criados que están esperando a que su señor regrese de la boda, para abrirle en cuanto llegue y toque. Dichosos aquellos a quienes su señor, al llegar, encuentre en vela. Yo les aseguro que se recogerá la túnica, los hará sentar a la mesa y él mismo les servirá. Y si llega a medianoche o a la madrugada y los encuentra en vela, dichosos ellos".
Reflexión: Este texto me recuerda el eslogan de los Scouts, de hecho el estribillo de un himno de ellos, dice: “Siempre listos somos scouts... la amistad, la unión, nuestro afán”.
Así como los scouts, el Señor espera que nosotros también estemos siempre listos, mi jefe siempre me dice: “Pórtate bien”, y muchas han sido las veces que le he respondido: “Siempre”, ahora bien, esto no es del todo cierto, no todas las veces me porto bien, de hecho hay días en los que he reflexionado de mis acciones y he tenido que pedir disculpas a las personas con las que no he sido tan bien portada. Esto de portarse y hacer el bien debe ser en nosotros una práctica diaria y no eventual, porque no sabemos en qué momento el Señor nos llamará y vendrá por nosotros y aún no estamos listos.
Quiero compartir con ustedes un pedacito de la historia de vida de un hombre que demostró siempre esta actitud de estar listo para hacer el bien a toda hora, se trata de José Gregorio Hernández, cuentan los historiadores que se distinguió por su fe inquebrantable en Jesucristo y en su Iglesia, su humildad y sencillez y su ardiente amor a Dios y al prójimo, especialmente hacia los más pobres y necesitados. Muy querido por el pueblo que reconoció en él a un hombre excepcional.
En su ejercicio de la medicina, se destaco en el servcio entregado y desinteresado a sus pacientes, sobretodo a los que no tenían recursos, cuentan que el en la puerta de su consultorio tenía una cestica en la que colocaba dinero para que aquel paciente que no tuviera como comprar las medicinas agarrará de ahí lo que necesitara para adquirirlas. Tenía un horario de atención para los pobres y era de 1:00 a 3:00 pm.
Se dice que el día de su muerte, en la mañana había ido a misa, había hecho una hora de adoración al santísimo, el acostumbraba a rezar el Ángelus en la mañana, al mediodía y en la noche, y que había ido a visitar una paciente en la tarde, al salir de ahí fue a comprarle las medicinas a la farmacia y saliendo de la farmacia ocurre su trágica muerte, fue arrollado por un automóvil y al caer se golpea la cabeza con la acera y muere casi instantáneamente. Falleció el 29 de Junio de 1919, pero su vida fue un constante ejercicio de las virtudes humanas y cristianas, tanto así que en 1986 Juan Pablo II lo declaró Venerable, mostrando así su heroicidad.
A este hombre sencillo, la hora de su muerte lo agarró haciendo el bien, porque era su costumbre hacerlo, José Gregorio estaba como los Scouts, ¡siempre listo! y es conveniente reflexionar y preguntarnos: ¿Si esto me pasará a mí, estaría listo?, ¿Mi vida se caracteriza por una vivencia constante de la Fe, la esperanza y la caridad?, o al contrario vivo una vida falta de fe, apartada de Dios, centrada en mí mismo y mis necesidades, vivo en una constante tristeza y desilusión, quejándome de todo, inconforme con lo que tengo, una vida que para nada expresa servicio a mis hermanos en sus necesidades. Sin ánimo de señalar ni hacer sentir mal a nadie, detengámonos pues a pensar en lo que hoy nos dice la Palabra: “Dichosos aquellos a quienes su señor, al llegar, encuentre en vela”, estar en vela es estar siempre listos para hacer el bien, así como los Scouts y el Dr. José Gregorio Hernández.
Feliz día. Dios nos permita estar siempre listos y no despistados y dormidos a su llegada.
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