5 de diciembre de 2014
Imita la fe del centurión 01.12.14
Lectura del santo evangelio según san Mateo (8,5-11):
En aquel tiempo, al entrar Jesús en Cafarnaún, un centurión se le acercó rogándole: «Señor, tengo en casa un criado que está en cama paralítico y sufre mucho.» Jesús le contestó: «Voy yo a curarlo.» Pero el centurión le replicó: «Señor, no soy quien para que entres bajo mi techo. Basta que lo digas de palabra, y mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes; y le digo a uno: "Ve", y va; al otro: "Ven", y viene; a mi criado: "Haz esto", y lo hace.» Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que le seguían: «Os aseguro que en Israel no he encontrado en nadie tanta fe. Os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los cielos.»
Reflexión: Ayer iniciamos el tiempo de Adviento, tiempo de espera y preparación para la venida del niño Dios, tiempo de hacer revisión de la casa (corazón) y sacar los corotos inútiles(pecados) y limpiar (reconciliarse con Dios) para que Jesús tenga un lugar digno donde nacer.
Hablando de ser dignos la lectura de hoy nos muestra la historia del centurión que era jefe del ejército romano y de paso era pagano, todo esto suma para hacer de el una persona despreciable, al punto de exclamar: "No soy digno de que entres bajo mi techo, basta una palabra y mi criado quedará sano".
Me pongo en su lugar y tomo para mi sus palabras y digo hoy: ¿Soy digno de Ti? ¿Qué falta a mi fe para que sea como la del centurión?. ¿Me creo superior o reconozco que delante de ti soy pequeño? ¿En medio de esa pequeñez te busco y reconozco que tu poder es tan grande y es lo que me puede ayudar en este momento?
Quizás mi egoísmo, prepotencia, la crítica destructiva, la vanidad, la vanagloria, la exigencia, el perfeccionismo , la falta de humildad, autosuficiencia, la seguridad en lo material, la autocomplacencia, la inconformidad, son algunas de las cosas que pueden estar entorpeciendo el dirigirnos a Dios con la humildad y sencillez que lo hizo el centurión, a veces creemos que todo lo merecemos y nos lo tienen que dar porque lo queremos, y no es así, todo lo que recibimos es inmerecido, Dios nos lo da porque nos ama y nos lo da en su justa medida, el sabe lo que te hace bien, por eso te lo da. acéptalo con agradecimiento, lo que sea que este dando y pasando en este momento, Dios lo permite para tu bien.
Señor, que yo pueda buscarte con actitud humilde y no prepotente, no imponiendo mi necesidad y mi voluntad sino más bien presentando mis miserias para que tu misericordia se haga presente en mi vida. Que pueda yo decir como el centurión hoy: Basta tu palabra para que quede sano.
Feliz día Prepara tu corazón para que nazca Dios, aunque no seas digno Él quiere venir a ti.
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