6 de enero de 2013

Josemà y Los Reyes Magos

En medio de la noche estrellada brillaba la luna muy risueña pues velaba el sueño de un angelito moreno; su nombre José Manuel, a quién sus amigos y familiares llaman cariñosamente JoséMa. Para todos lo que le conocen no le es extraño las travesuras y ocurrencias del pequeño de ojos negros. Ese día JoséMa había decidido ir a la cama temprano pues el jugar con su bicicleta toda la tarde lo había dejado exhausto, se puso su pijama y en un dos por tres quedo en profundo sueño, afuera seguía la luna brillando y velando como si supiera lo que iba a acontecer. ¡JoséMa!, ¡JoséMa!, ¡JoséMa! ¡despierta! El sonido de tres voces repitiendo su nombre hicieron que el pequeño José Manuel despertara de su tan divino descanso, un poco aturdido y somnoliento, a la misma que da un bostezo se escucha la voz del chiquillo haciendo una pregunta: ¿Quiénes son ustedes? ¿Por qué vienen a despertarme?, Mamá dice que debo dormir pues debo levantarme temprano para ir al colegio. Una voz dio respuesta a la inquietud de JoséMa diciendo: Somos los Reyes Magos y hemos venido a buscarte, ¡apúrate y súbete a mi caballo! (Recuerda que es el sueño de JoséMa, aquí los camellos son caballos). Yo estoy en pijama, respondió JoséMa al mismo tiempo que daba un salto de su cálida camita. No importa, se hace tarde, tenemos prisa, ya no hay tiempo para cambiarte, una detrás de otra se escucharon las voces de los Reyes que extendían la mano al pequeño como gesto de invitación a emprender aquella noctámbula aventura. Así es como comienza esta travesía en noche de luna risueña, donde JoséMa y los Reyes Magos emprenden su tan divertido viaje. Llegaron pues nuestros aventureros a una inmensa playa donde las olas bailaban al son de tambores, el cielo y el mar jugaban como dos hermanos, y la luna iluminaba con rayos de plata, las palmeras se movían de un lado a otro bamboleando sus palmas saludando a los que recién llegaban, había ballenas, peces y delfines que saltaban una y otra vez haciendo piruetas que a todos agradaban. JoséMa extasiado miraba todo aquello y froto sus ojos con sus pequeñas manitos, como si no creyera lo que en aquel lugar el estaba mirando. Sintió en ese momento sobre su hombro una mano amiga que le preguntaba: ¿Sabes a que has venido a este lugar? Hubo un momento de silencio y el pequeño se quedo pensativo y finalmente dijo: No, no lo sé. Viendo su carita de perturbado uno de los Reyes se le acerca y le dice: Tranquilo pequeño amigo que no es tarea difícil lo que te toca, te hemos escogido para que seas nuestro ayudante. ¿Tarea?,¿Ayudante?, ¿De qué? Inmediatamente interroga el pequeño JoséMa, frunciendo un poquito el ceño pues la idea de que lo levantarán para hacer tareas no le agradaba mucho. Tranquilo chicuelo, no te inquietes, lo que debes hacer es ayudarnos a repartir regalos a los niños, esta es la respuesta que recibe nuestro angelito de ojos negros. ¡Ah!, si es así no hay problema, lo que me piden es pan comido responde JoséMa con un ademán como de quién tiene todo bajo control. Pero de inmediato surge otra duda en nuestro pequeño ¿Y dónde están los niños? El Rey Mago más viejo le dijo: Mira JoséMa, allí donde tú ves todas esas carpas que bordean la orilla de la playa, allí están los niños y ya duermen con sueño profundo a la espera de nuestra llegada. JoséMa dice: pues entonces que estamos esperando hay que ir rápido pero… Se detiene pensativo y nuevamente pregunta: ¿Si se mojan los regalos por tirarlos afuera o si viene un ladrón y se los roba? Un poco impresionado y risueño por las ocurrencias del pequeño el buen Rey Mago le dice: no te preocupes chiquillo, todo esta arreglado, mira como se hace y tomando un juguete sobre sus manos soplo sobre el polvo mágico y lo lanzo hacia una de las carpas y para sorpresa del pequeño este traspaso la carpa. Fue así como aquella noche de luna risueña el pequeño JoséMa y los Reyes Magos montado en sus caballos fueron por toda la playa repartiendo regalos a todos los niños del mundo, esa noche JoséMa durmió feliz porque había sido un Buen ayudante de los Reyes Magos y sobretodo había sido un buen jinete soñador. A la mañana siguiente JoséMa contó todo lo sucedido a su Mamá, ella tocando su cabecita le dijo: JoséMa que ocurrencias tienes, caballos, Reyes, playa, carpas con regalos… y luego besando su frente continuo diciendo: Hijo Dios bendiga tu imaginación de niño y en ella bendiga la de todos los niños.

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