17 de enero de 2015

La Soledad que no se llena 01.01.15

No me gusta estar tan relajada porque pienso mucho y hoy recordé unas palabras que me dijeron días atrás: "Yo veo en ti una soledad que la quieres llenar con aquel que se sienta aquí a tu lado". Esas palabras fueron dichas partiendo del siguiente escrito del cuál no soy yo su autor, pero aquí se las presento: Clases de Soledad Hasta ahora, estas son las que conozco: - Acompañada: tiene lugar en medio de personas que interactúan o no contigo, conocidas o no. Sé es un espectador más en el ambiente, sólo captas el sentir de tu entorno para plasmarlo, va más allá del diálogo, se convierte en un monólogo entre el entorno y tu intimidad. - A la espera: cuando dejas el puesto vacío para ver que novedad trae a tu vida la persona que se siente o la persona que esperabas. Imagino que es como la primera, sin embargo, se querrá que esa ausencia se convierta en un personaje ya idealizado o sólo en alguien circunstancial. - Auténtica: cuando te elevas al máximo con tus propias emociones y te sumerges hasta una profundidad tal que quien te interrumpa entiende que es inoportuno con un simple gesto o mirada. Representa un lugar aislado donde sucumbes solo a la entrega contigo mismo para tratar de comprender tu yo interno o drenar hasta dejar sin aliento el alma, dejando abierta la puerta a una próxima invitación. El lugar y la compañía perfecta, Dios mismo tratando de convencernos que fuimos perdonados y gozamos de su Amor. Un verdadero misterio que te lleva a viajar a todo riesgo y sin medidas de seguridad. Y pienso ¿cómo pudo llegar a esa conclusión? No tiene como saberlo pero Dios si sabe lo que hay en mi ser y en el tuyo, y sabe que hay que reparar muchas cosas ahí dentro. No quiero usar a las personas para que llenen la soledad que desgasta dentro, quiero primero sanar para que eso no dañe al otro. En el afán de llenar nuestra soledad podemos adueñarnos y apegarnos sin ver lo que dañamos a nuestro paso. Hoy me doy cuenta que gran parte de las personas que se me acercan son espejo del dolor que llevo dentro, de esa herida fundamental que intentamos tapar para que nadie vea y que ha sido resguardada durante mucho tiempo y hoy está frente a nosotros como herida en carne viva. Y no está mal que la veamos, solo que atemoriza. No sabemos cómo huir y tocarla no nos atrevemos. Es inesperada su presencia cuando sentimos que todo estaba bien dentro de nosotros. Nos paraliza y no sabemos si llorar o callar. Se trata de un nacer desde el dolor pero al ver la herida es inevitable que duela y te concentras tanto en el dolor que no estás viendo como estas naciendo de nuevo. ¿Naciendo ya habiendo nacido? Sí, desde el dolor de lo que te ha herido, también desde allí se nace, puede parecer locura pero así sucede, para que pueda el hombre cambiar de piel y ser hombre nuevo, solo que algunos se atemorizan y no trascienden, se quedan viendo el dolor en el espejo y lo abrazan y no van más allá. Ver la debilidad y no quedarse atada a ella, esa debe ser la premisa, para continuar y avanzar a un nivel más elevado, al excede las expectativas incluso por encima de lo que la humanidad reconoce y ve. Estoy viendo esto. Yo lo estoy viendo en este momento, sería un total desperdicio no avanzar y hacerme consciente. Pasar por el dolor del calvario es bueno, te ayuda a nacer desde la miseria. Un animal herido es peligroso, porque en su dolor daña para no ser más dañado. No es así como debemos actuar, él lo hace porque su dolor lo ciega pero él hombre a diferencia de él tiene el poder de transformarse desde eso que le duele. Solo debe decidirse a transitar ese camino.

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