26 de febrero de 2011

El ratón marinero y la ballena blanca

Érase una vez un pequeño ratoncito que vivía en un barco pesquero, llamado el Navío azul; este barco no pescaba cualquier cosa, ellos se dedicaban a pescar ballenas pero no cualquier ballenas, ellos buscaban una en especial, la ballena blanca. El pequeño ratón se sentía orgulloso de poder pertenecer a tan importante tripulación y poder vivir en tan gran navío. Correteaba alegremente por todos los recodos y escondites del barco, cuando sentía hambre corría a la cocina donde el buen cocinero dejaba caer adrede migajas de comida para el pequeño comensal y cuando quería estar solo, subía al mástil y allí meditaba y contemplaba el horizonte, así eran los días de nuestro pequeño amigo, mientras tanto todos en el barco esperaban cada día poder encontrar su ballena blanca. Al ratoncito le encantaba escuchar las grandes hazañas de los marineros al atrapar las ballenas, no veía el día en el que apareciera la ballena blanca para poder atraparla y ser parte de esa gran historia.
Por otro lado a 90 millas del arrecife de “Los Tiempos” se hallaba una pequeña blanca su nombre era Petunia. Vivía muy alegre debajo del mar, todos los peces disfrutaban de su compañía y de sus juegos, a las viejas tortugas las tenía verdes de tantas preguntas, las estrellas y la luna eran sus confidentes durante las tranquilas noches, todo el día se la pasaba cantando y danzando, le encantaba bailar con las olas en la superficie aunque esto ya se lo había prohibido la abuela ballena pues era muy peligroso exponerse de esa manera, sin embargo era toda una tentación nadar en la superficie debajo del cielo azul.
Petunia era una soñadora y siempre había pensado en como sería el mundo fuera del agua. Un buen día decidió salir  en busca de una aventura donde daría rienda suelta a todas las locuras que había soñado pero desafortunadamente muy poco le duro su sueño ya que a sus espaldas se encontraba el gran Navío azul dispuesto hacerle frente  a tan singular hallazgo. Inmediatamente el capitán ordeno preparar el arponero y las pinazas con 10 remeros entre ellos el pequeño ratonzuelo, su corazón palpitaba con tanta fuerza que parecía como si tuviera un tambor dentro del pecho, al fin su sueño estaba frente a sus ojos. Sin mas comentarios que acotar comienza la lucha contra la ballena indefensa la cual al verse cercada moría de miedo y su sangre caliente comenzaba a helarse, fue capturada y sin que pudiera hacer nada fue remolcada hasta la costa , allí sería peor su final pensaba la pobre toda desconsolada.
Nuestro pequeño amigo en cambio se sentía muy orgulloso de lo que había ayudado a hacer, tanta dicha no puede ser cierta, mientras la pequeña ballena lloraba de tristeza por haber dejado muy atrás lo que era su hogar, ahora se encontraba en cautiverio y unos grandes barrotes cual soldados de plomo eran su cerco y única compañía. Esa noche miro al cielo y este ya no tenía el mismo color, una lágrima recorrió su rostro y pensó morir de tanta nostalgia.  
El ratoncillo que llevaba largo rato vigilando se acerco hacía donde estaba la ballena, sintió pesar al mirarla, sus ojos la miraron fijamente y se dio cuenta al instante que aquella alma anhelaba libertad, largo rato estuvo observando y cada minuto que pasaba el corazón del pequeño ratoncito se estremecía de dolor, ¡no era posible! Parecía que podía sentir el corazón mismo de aquella ballena y con el la condena de ya no poder soñar, ¿Qué he hecho? Se interpelo,  guardo silencio y de nuevo pensó he sido un egoísta solo he pensado en mí y olvide que hay otros que también sueñan, en el afán de ser feliz he dañado a esta criatura, algo he de hacer para resarcir mi error y de un solo tirón halo la cuerda de la puerta de la prisión dejando en libertad a la que había sido sueño, surcando los mares la vio alejarse con corazón agradecido, jamás olvidaría aquel gesto nuestra pequeña ballena, pensó de nuevo el ratón ¿De que sirve tener un sueño cautivo? Es mejor darle libertad, las grandes historias nunca mueren mientras haya mares que surcar, se acaba aquí una historia y otra vuelve a comenzar…

La ballena se sintió muy feliz de estar nuevamente en el mar, de mirar el cielo con esperanzas, de ver las miles de estrellas, pensando que tenia una segunda oportunidad de alcanzar sus sueños, un poco mas precavida por lo que le sucedió pero agradecida de estar nuevamente en libertad.
Así pasaba el tiempo y Petunia seguía  como siempre jugando y cantando pero había algo que la inquietaba y era el recuerdo de aquel tierno ratón que la liberó, pensaba que seria muy bueno que él pudiera jugar con ella por los mares y pasar horas contándole las aventuras que vivía y que el ratón le contara como era su vida en ese barco, que ella consideraba horrible.

Una noche de tormenta Petunia iba cantando por el mar y de repente se topo con  pedazos de un barco en el mar, entonces se asustó mucho y empezó a nadar sigilosamente y observaba los trozos del barco y le parecían familiar, a lo lejos divisó un pequeño bote con algunos hombres y al acercarse vio que eran los marineros de aquel barco que la capturó. Impresionada se sumergió pensando que sus arpones podían nuevamente lastimarla, quieta esperando que todo pasara se acordó de aquel pequeño ratón y del buen acto que hizo con ella, y pensando que el ratoncito estaba en el bote salió y remolcó la pequeña embarcación hacia la orilla, todos los marineros estaban felices. Ella esperó que estos abandonaran el bote para ver a su amigo el ratón pero cual fue su sorpresa cuando bajaron todos y su amiguito no estaba allí.

Desparramada en llanto Petunia se devolvió al mar y empezó a buscar a su amiguito nadando cuidadosamente se dio cuenta que había una botella flotando y dentro de aquella botella estaba el pequeño ratón, ella abrió su gran boca y aspirando todo lo que había en el agua cargo la botella dentro de si.

Sin mucho respirar ni tragar, nadó hasta la orilla de una pequeña isla, cuando llegó allí botó el agua y escupió la botella. Su amiguito estaba inconsciente pero ella se quedó allí. Con la nariz movía la botella a ver si con el movimiento aquel pequeño ratón reaccionaba, pero nada pasaba Petunia lloró al pensar que su amigo había muerto pasó toda la noche cercana a la orilla y a la mañana siguiente ella despertó y cual fue su sorpresa al ver que el ratón había salido de la botella, estaba todo malherido y lastimado a duras penas podía moverse. Ella pregunto: ¿cómo te llamas? ¿Te encuentras bien?
El ratón un poco molesto le respondió: - me llamo Martín.- y acaso eres ciega no ves como estoy.
Ella emocionada le dijo: - yo me llamo Petunia, gracias por salvarme la otra vez en el barco-

 Pero Martín la ignoró totalmente y se echo en la arena acurrucado. Ella con su nariz lo movió y él se molestó y le dijo: - ¿por qué me salvaste?, ¡No ves que yo prefería  morir!, ¿Quién te pidió que me ayudaras? Iba a morir como un digno marinero, en el mar.

Petunia se rió de la actitud de aquel diminuto ratón y le dijo pequeño Martín “Todo lo que se siembra se recoge,” tu sembraste vida en aquel momento cuando me salvaste de tus compañeros, y eso quedó grabado en mi corazón hoy te toca recoger ese gesto de amor.

Martín molestó le dijo:- Amor, ¡Bah esas son pamplinas! Yo quería morir y no me importa lo que digas y para prueba de eso me voy a quedar aquí echado esperando que estas llagas me coman y mi fin llegue.-

Petunia lo miró y le dijo mañana vendré a verte otra vez.  Al día siguiente la ballenita llegó nuevamente a la orilla pero no venia vacía, trajo consigo unas ramas que había recogido con frutos de un arrecife cercano, cuando  llegó vio a Martín acurrucado entonces le coloco las ramas y le dijo:- come, eso te hará bien-
Aquel ratón obstinado le respondió:- ¡Ya te dije que he decidido morir aquí! Vete y deja me en paz-

Petunia con sumo cuidado lo movió con su lengua y se lo metió en la boca, el ratón asustado le decía: - ¡tú estas loca pedazo de ballena! ¿Ahora me vas a comer?

De repente se lo trago y saco por un pequeño orificio, el ratón  quedó asustado y encima de la espalda de la ballena.

Ella le dijo:- observa bien lo que te voy a mostrar y después decides si quieres morir- Petunia comenzó a cantar y nadar por el mar y lo llevó a cuanta isla ella conocía, lo paseaba por los arrecifes, los corales,  y Martín observaba detenidamente y en silencio contemplaba toda esa belleza, cuando estaba cayendo la noche la ballenita lo regresó a la isla y le dijo descansa pequeño amigo mañana vendré a verte nuevamente.

Al día siguiente tal como se lo prometió Petunia regresó a la isla  y se alegró mucho al ver que su amiguito estaba comiendo y vio que se había vendado las heridas. Lo saludó y le dijo:- Veo Martín que la noche ha sido buena para ti porque tus ánimos cambiaron-

A lo que Martín le respondió: La vida de un marinero es el mar y su soledad, de noche las estrellas brillan y la luna enamora el corazón de los marineros, había decidido morir pues consideraba que nada valía la pena fuera del mar, he vivido tanto tiempo surcando las aguas que me he olvidado de lo que hay en mi. La rudeza fue endureciendo mi corazón y se apoderó de el, las cosas no se ven igual cuando se esta encerrado en la dureza, se amarga pues el alma, se da muerte a lo que hay dentro, como cuando un arpón atraviesa el pellejo de la presa, se desliza filoso y penetra hasta dar muerte. Irrecuperable se hace el camino andado por la rudeza, pues a su paso destroza lo que encuentra como quién quiere saciarse, pero no cae en cuenta que al herir su hambre se acrecienta y el dolor se vuelve un hoyo sin fondo. Me he envuelto en mis elucubraciones y ellas me han apresado, he querido seguir y algo más fuerte que yo me detiene, diciendo es imposible ser mejor, el viejo actuar me ata y me revuelca de nuevo en el, el trato odioso y ofensivo se apodera de mi atándome y cegándome, bebiéndose en el placer, dispara su ponzoña para adormecer y matar a su oponente, sale todo lo malo y detestable que hay en mi, despertando como una bestia feroz, sale y se desborda y al desbordarse devora a otros devorándose a si mismo, dejando las migajas de la infelicidad, el hastío de los sueños, las ganas de no seguir viviendo.
Querida amiga he peleado toda la noche con esta bestia hasta quedar exhausto, lucha incansable ha sido esta en donde en cierto momento ya no podía más y en un grito liberador solo dije: Tuyo ya no soy. Mirando al cielo tuve la sensación que una voz como de hombre me hablaba, retumbaba fuerte dentro de mí, “solo conmigo serás feliz” le pregunte: ¿como llego hasta ti? Respondió: “solo en la continuidad del amor encontrarás el camino hasta mi”, Nuevamente pregunté: ¿Cómo en la continuidad? Si eso del camino del amor parece cortarse a veces, no tiene ilación lógica. ¿Cómo darle continuidad en el dolor? ¿Acaso no muere el amor cuando se encuentra con el dolor? ¿Acaso no es por el amor que el dolor aparece y da lugar a la rudeza?
La voz con tono sonriente una vez mas respondió: “Vas de prisa mi pequeño amigo, el A- mor es NO MUERTE, el dolor prepara el camino al amor, el dolor es el sendero por el cuál el amor camina. Cuando se mira el dolor no como un camino sino como un compañero de viaje entonces aparece la sombra de la rudeza pues el dolor como compañero se hace inllevable y es preciso que la rudeza sea quién lo cargue, no dejes que el dolor sea tu compañero pues es preciso que el sea el camino”
No entendí muy bien lo que aquella voz quería decirme, y antes que pudiera seguirle preguntando desperté y me hallé con vida, fue solo un sueño, pero sentía que dentro de mí algo nuevo brillaba y me dije: tal vez la ballena loca tenga razón con eso de lo del Amor.       

Me alegro Martín que todo esté mejor, mi trabajo ha terminado ya debo irme y me voy feliz sabiendo que no te darás por vencido más nunca. Y así aquella ballena se dio la vuelta y al partir Martín le dijo:- ¿te volveré a ver? Y ella le dijo:- sí… porque aunque no me veas, en  tu corazón siempre me tendrás.

Qué cosas que tiene esta ballena, dijo el pequeño ratón.

Martín son muchos los viajes y aventuras que quedan, hay que seguir por este sendero que llaman vida, rompiendo siempre con lo viejo y dando paso a lo nuevo, mi dolor es mi camino, camino por donde el amor camina. Y silbando alegremente dio media vuelta y hecho a andar.

By: Johanna Jaimes/ Alejandra Kremesis


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